Buenos Aires, Proa Editores, 2009
“Enrique Espina Rawson ha cometido el sacrilegio –que pocos tangueros le perdonarán- de introducir el filoso bisturí de su ácido humor en cien letras de tango y canciones criollas que, a su criterio, integran el escogido lote de las peores poesías”.
Así comienza el prólogo de Osvaldo Barsky a “Los cien peores tangos”. Y quizás ésta sea la mejor síntesis en relación al trabajo de Espina Rawson, al menos en cuanto a intenciones se refiere.
Porque el libro, salvo en ocasiones, no alcanza lo que promete. El humor del autor acierta en ocasiones (Abuelito, A la luz del candil, ésta última impagable), pero a la fuerza de repetición se vuelve un tanto previsible. Hubiera faltado una documentación más exhaustiva para que la ironía alcanzara mayor realce. Una pena, porque el libro apuesta a explorar una realidad poco explorada sobre el tango: aquella que remite a la pobreza general de su poética, especialmente en aquellos temas que ahondan en los lugares comunes de percantas, conventillos alumbrados a querosén y muertes en duelo.
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