Revista "Todo es Historia", No522, enero de 2011.
Por Julián Barsky
Fuente: http://www.todoeshistoria.com.ar
Cuando el 24 de junio de 1935 se estrella en Medellín el avión en que viajaba Carlos Gardel, la noticia conmueve al mundo. A la difusión masiva de sus discos, se había sumado desde 1931 la gran repercusión popular de sus películas. Todo ello eclosionó en la gira que había emprendido por Latinoamérica, y que acabaría inesperadamente en Colombia, provocando convocatorias populares nunca antes registradas, y que sólo volverían a registrarse con la aparición de los Beatles.
¿Cuáles fueron las circunstancias que hicieron posible semejante fenómeno? ¿Cómo construyó este artista el tango cantado, música de fusión de definida presencia internacional? ¿Cómo el pequeño inmigrante francés logró sintetizar en la cosmopolita Buenos Aires de comienzos del siglo XX la extraordinaria oferta musical sustentada en las migraciones internacionales y nacionales que se desparramaron por las salas de espectáculos de la ciudad? ¿Cómo se lanzó a la conquista de los principales centros internacionales, y logró imponerse como uno de los grandes referentes del canto popular?
domingo, 30 de enero de 2011
PROA: 120 AÑOS DE CARLOS GARDEL
Por Julián Barsky*
Edición: PROA en las letras y en las artes
Autores: varios.
160 pág.
La revista PROA –aquella que supieran fundar los Borges, Macedonio Fernández y otros personajes de la literatura de los años ´30 y `40- vuelve por tercera vez.
En junio de 2010 se cumplieron setenta y cinco años de la desaparición física de Carlos Gardel, y los homenajes y recordatorios se sucedieron.
PROA no quiso estar ausente. Para ello, realizó una suerte de recopilación de artículos y fragmentos de distintos autores, que abarcan desde Julio Cortázar a Ulyses Petit de Murat, de César Tiempo a quien modestamente escribe estas líneas.
El trabajo es pues, interesante por la variedad del material, que nos permite bucear un poco en aspectos poco conocidos: poemas dedicados a Gardel, cuando el cantor actuó en el café Tortoni, el traslado de sus restos, etc.
El libro-revista adolece, en cambio, de profundidad. El eclecticismo que configura este número, donde se nota cierto apuro e incomodidad al tratar a un personaje ajeno al mundo literario habitual de PROA, desmerece la presentación final.
Sin embargo, es un trabajo recopilatorio interesante, donde el gardeliano puede tener a mano muchos artículos que conoce por separado, y para el lector o simple curioso, está la posibilidad de “ver qué dijo” fulano o mengano sobre el inoxidable Carlos Gardel.
*Este artículo puede reproducirse libremente. Únicamente le pedimos que nos cite. Gracias.
viernes, 28 de enero de 2011
John Iversen: "excuse me, Don Carlos"
John Iversen es un estadounidense. A los 61 años ha grabado un disco de tangos en castellano. El disco (que se titula “el norteamericano que canta tango”, y contó con la ayuda del multifacético Leandro De Rosa) incluye once canciones, entre las cuales figuran unas cuantas del repertorio gardeliano: “Rubias de New York”, “Mi Buenos Aires Querido”, “Por una cabeza” y otras. Asimismo, aparecen otros clásicos del género como “Sur” y… “Blue Moon”!
John vino por primera vez a Buenos Aires en 2004 y fue aprendiendo español, en ésa y sus seis visitas siguientes.
¿Cómo conoció la música de Gardel?
“Estaba acá justo un 11 de diciembre, aniversario del nacimiento de Carlos Gardel y Día Nacional del Tango, y pudo ver varias películas del prócer por televisión. Nunca antes había oído hablar de él, y quedé fascinado”.
Con un antiguo paso por la música en su juventud –supo ser parte de Dreams Die Hard, una banda de rock-, el norteamericano se dedicó, una vez jubilado, a viajar por el mundo. Tras un paso por Uganda, en donde estuvo ayudando a recaudar fondos para un hogar de huérfanos de sida, en 2004 se radicó en Argentina.
“El es mi inspiración (por Gardel,nos). En 2005 fui a su tumba, donde hice meditación para pedirle permiso para cantar sus canciones. Y también fui al cementerio a cantarle en sus cumpleaños. Siempre hablo de él en Estados Unidos: allá poca gente lo conoce. El tango canción no es muy apreciado: lo que más se escucha es Piazzolla y tangos instrumentales. Yo trato de explicarle a la gente quién es Gardel. Les digo que él creó los videoclips de música 50 años antes de MTV, que en 2003 la UNESCO nombró a su música Patrimonio Cultural de la Humanidad junto con la de Beethoven, Mozart, Maria Callas y Enrico Caruso. Caruso lo conoció en Montevideo y le dijo que cantaba como si tuviera una lágrima en su garganta”.
Si bien vive en Estados Unidos, Iversen tiene la costumbre de instalarse cada noviembre y diciembre en Buenos Aires: su barrio favorito es Villa Crespo, “el barrio de Osvaldo Pugliese, de las antiguas milongas, del bar San Bernardo y del... ¿cómo dicen ustedes? ¡Glorioso! Sí, el glorioso club Atlanta”.
Fuente: Diario Clarín, http://www.cduniverse.com/productinfo.asp?pid=8271043
CARLOS GARDEL: CADA DÍA SE LO GRABA MÁS ¿Y MEJOR?
Sin detenernos a analizar ciertas cuestiones relativas a los derechos –pues quien falleció hace más de 70 años fue Gardel, pero no todos los escritores de sus canciones-, vamos a detenernos en uno de los trabajos presentados hace poco más de un año.
El material se llama “CARLOS GARDEL EL ZORZAL CRIOLLO” y pertenece a la Colección Bs.As.Tango , de Music Brokers.
El mismo presenta dos DVDs y un CD. En los primeros, se presentan “clips” (sic) extraídos de sus películas. Así, podemos mirar “Volver”, “Caminito soleado”, “Soledad”, “Silencio”, etc.
En el CD, aparece una quincena de canciones del cantor, aquellas que en general se juzgan como las más conocidas y valiosas artísticamente en la trayectoria de Gardel.
El material está presentado en castellano y en inglés, en un formato atractivo de tapa dura con tonos ocres y blanco y negro.
En la contratapa, aparece una breve reseña de la vida del artista, la cual en líneas generales es correcta (aunque algún detalle como el del encuentro con Caruso es confuso, o la aseveración de que filmó 11 películas en Estados Unidos es erróneo).
En conclusión: un trabajo editado pensado en el público internacional, sin pretenciones de revisión o profundidad, pero no obstante realizado con profesionalismo. Busca un objetivo, e indudablemente lo consigue. Quien busque otro material –selección de canciones por época, por orquestación, por autor, etc-, no lo hallará aquí.
LOS CIEN PEORES TANGOS
Buenos Aires, Proa Editores, 2009
“Enrique Espina Rawson ha cometido el sacrilegio –que pocos tangueros le perdonarán- de introducir el filoso bisturí de su ácido humor en cien letras de tango y canciones criollas que, a su criterio, integran el escogido lote de las peores poesías”.
Así comienza el prólogo de Osvaldo Barsky a “Los cien peores tangos”. Y quizás ésta sea la mejor síntesis en relación al trabajo de Espina Rawson, al menos en cuanto a intenciones se refiere.
Porque el libro, salvo en ocasiones, no alcanza lo que promete. El humor del autor acierta en ocasiones (Abuelito, A la luz del candil, ésta última impagable), pero a la fuerza de repetición se vuelve un tanto previsible. Hubiera faltado una documentación más exhaustiva para que la ironía alcanzara mayor realce. Una pena, porque el libro apuesta a explorar una realidad poco explorada sobre el tango: aquella que remite a la pobreza general de su poética, especialmente en aquellos temas que ahondan en los lugares comunes de percantas, conventillos alumbrados a querosén y muertes en duelo.
CARLOS GARDEL EN LA FILATELIA 1974-2010
José Campoy Fernández
F.A.E.F.
Biblioteca de Filatelia 18
Campoy Fernández es un apasionado de la filatelia. Ha publicado numerosos artículos sobre el tema, y no menos sobre la relación entre el tango y el mundo filatélico.
En el presente trabajo publicado en 2010, el investigador propone un interesante recorrido por las estampillas, sellos , tarjetas, matasellos, enteros postales, etc . vinculados con la figura de Gardel. Campoy Fernández se retrotrae a 1974, año en que aparece en el Uruguay el primer sello postal con la imagen del cantor y llega a 2010, en el que por motivo de cumplirse el 120 aniversario de nacimiento y el 75 de su muerte se sucedieron una serie de sellos y estampillas sobre la figura de Gardel.
El trabajo es atrapante, incluso para el neófito en la materia. Encontramos curiosidades –el sello de Niger en el que Gardel aparece en una colección junto a Tarzán, Chaplin, el hundimiento del Titanic o el cometa Halley es impagable-, listados, explicaciones sistemáticas: todo lo que se necesita para entender el trabajo. La única contra, si así puede decirse, es que las ilustraciones no sean en color (imaginamos que por una cuestión de costos).
CARLOS GARDEL EN LA FILATELIA: un libro infaltable para el coleccionista gardeliano, el amante del mundo filatélico, e incluso aquellos que quieran acercarse por pura curiosidad o cultura general.
Bienvenido sea.
LAS MEJORES LETRAS DE TANGO
Autor: Héctor Ángel Benedetti (selección, prólogos y notas)
519 páginas
Editorial: Seix Barral, 1998.
Y ya que antes hicimos una reseña sobre “Los cien peores tangos”, de Espina Rawson, nos parece interesante ahora traer a colación un libro anterior, pero que tiene indudables puntos de contacto.
Héctor Benedetti es un prolífico autor, investigador, editor. Incansable buscador de rarezas –discos antiguos, libros olvidados, faros abandonados- realiza en este trabajo una interesante compilación de tangos.
Dosciento cincuenta letras desfilan ante nuestros ojos, todas ellas con su respectiva discografía y el origen –o la mitología de origen- de las mismas.
Para el caso basta un botón: sobre la “Rubia Mireya” (personaje que figura en “Tiempos viejos”, de Romero y Canaro), Benedetti recuerda que la misma debió ser un personaje ficticio.
“ Se le crearon biografías y anécdotas dudosas –relata-; Julián Centeya la menciona en una
milonga, quizás al solo efecto de la rima”.
¿Te acordás, hermano, la rubia Mireya?
que quité en lo de Hansen al guapo Rivera?
Casi me suicido una noche por ella
y hoy es una pobre mendiga harapienta.
¿Te acordás, hermano, lo linda que era?
Se formaba rueda pa' verla bailar.
Cuando por la calle, hoy la veo tan vieja
doy vuelta a la cara, y me pongo a llorar”.
En definitiva: un libro interesante –aún se consigue, pues ha sido reeditado un par de veces-, apto para públicos variados, desde el cultor del género hasta el simple interesado en recorrer otra mirada de nuestra historia y cultura.
miércoles, 26 de enero de 2011
GARDEL EN BRASIL
Por Julián Barsky*
Gardel y la compañia de Enrique Arellano
Hacia 1915, la compañía del argentino Enrique Arellano se hallaba presta a debutar en el teatro 18 de Julio de Montevideo, y su director, intentaba seducir al dúo Gardel-Razzano –que también se encontraba en el Uruguay- para formar un seleccionado de artistas que se abriera camino en el inmenso mercado brasileño, un territorio casi virgen para los argentinos. Gardel y Razzano no se comprometieron, pero cuando regresen a Buenos Aires se encontrarán con que la idea, de la mano de Fontanilla –director del Teatro Nacional– tenía visos de realidad.
El dinámico empresario ya había contratado al comediógrafo Alfredo Duhau, dándole carta blanca para armar una compañía a su gusto. Duhau convocó al impulsor de la idea, Arellano, junto a su compañía y, por supuesto, el dúo. El 17 de agosto el grupo partió rumbo a Brasil, a bordo del buque Infanta Isabel.
La travesía en barco tendría un condimento extra para los artistas, pues junto con ellos viajaba el ilustre tenor Enrico Caruso -de quien hablamos en otro artículo-, a quien Gardel imitaba en su juventud, cuando trabajaba como utilero.
El encuentro con el tenor sería casi lo único memorable que les acarrearía la gira por Brasil. Pese al buen elenco y la calidad de las obras que iban a presentar –“El tango en París” y “Los mirasoles”, entre otros–, la compañía fracasó sin atenuantes. Sumidos en la dificultad insalvable del idioma, el público brasileño no lograba compenetrarse de la temática de las puestas en escena, y el dúo apenas se salvaba en la hecatombe de críticas. “A funçao terminou com a parte de cantos regionaes pe los Sres. Gardel y Razzano –decía el diario Estado de San Pablo al día siguiente del debut–, que foram forçados a bisar numeros de dolentes cantigas criollas, exacutadas com acompanahamento ao violao”.
En una de las funciones, mientras Gardel y Razzano agradecían los aplausos del público, escucharon una voz que partía del paraíso:
–¡Choromo, el chopón del olvido!
Gardel fingía concentrarse en la afinación de su guitarra, pero en realidad lo hacía para disimular la risa.
–¡Zas! –le comentó a Razzano por lo bajo–, por ahí deben andar algunos de los muchachos del Abasto...
Efectivamente. Al salir del teatro, Gardel se topó con un viejo conocido, Yéyaro “Barriga retobada”, un viejo carterista de Buenos Aires que había alternado con el cantor en sus comienzos. El punguista había adquirido cierto renombre en la ciudad porteña y sus andanzas no habían sido menores, siendo incluso apuñalado en una trifulca. Yéyaro, cansado del acoso policial que sufría en Buenos Aires, había optado por mudar sus reales a Brasil, aunque tampoco en territorio carioca sus cosas irían mejor, puesto que poco después de “instalar su oficina” allí sería fichado por la policía, tanto de Río de Janeiro como de San Pablo.
–Vení, “Morocho”, vamos al café de la esquina –invitó Yéyaro.
–Dale, vamos –dijo Gardel, pero enseguida se dio cuenta de que no había actuado en forma reflexiva.
Al rato, cuando empezaron a llegar al café los miembros de la pequeña banda que manejaba su amigo, Gardel percibió en toda su dimensión el error que había cometido. Poco después llegaría la policía, deteniendo a la banda, Gardel incluido.
–¡No, esperen! Yo soy un cantor argentino. Canto acá en el Teatro Municipal.
El comisario, sin inmutarse, miró a Gardel y le contestó:
–¿Vocé é o cantor? Vocé é un gatuno...
Partieron todos rumbo a la comisaría y algunas horas más tarde, tras la insistencia del cantor, el comisario aceptó que le avisaran a Alippi, quien se presentaría para aclarar el malentendido.
Pocos días después, la compañía subía a bordo del Ré Vittorio, rumbo a Buenos Aires. La gira fue poco productiva desde lo económico. Sin embargo, le ayudarían a Gardel y Razzano a sacar interesantes conclusiones, que les servirían para viajes futuros.
Fuente: Barsky, Julián y Osvaldo, Gardel el cantor de tango (2010). Ediciones libros del Zorzal.
*El presente artículo puede usarse libremente. Únicamente le pedimos que nos citen. Gracias.
viernes, 21 de enero de 2011
GARDEL: EL DEBUT EN LA RADIO
Por Julián Barsky
Un poco de historia
El 27 de agosto de 1920 fue inaugurada en forma oficial la radiofonía en la República Argentina. Gracias al esfuerzo del doctor Enrique Telémaco Susini y sus ayudantes, Buenos Aires escuchó por primera vez una transmisión radial. El lugar elegido para realizar dicha experiencia fue el Teatro Coliseo, donde se presentaba la ópera “Parsifal” de Richard Wagner, interpretada por la orquesta sinfónica del teatro Constanzi de Roma y la compañía lírica del Teatro Municipal de Río de Janeiro. Con dicho evento, quedó inaugurada la primera emisora, Radio Argentina, que sería pionera en Sudamérica y el mundo.
En los dos años siguientes aparecieron bocinas y amplificadores que multiplicaron las posibilidades de crecimiento de la audiencia, y hacia fin de 1922 surgen -empujadas por las firmas del mercado radioeléctrico que veían a la radio como un medio para acrecentar sus ventas- las competidoras de Radio Argentina: Sud América, Cultura y Brusa.
Las flamantes emisoras comenzaron a pensar en la producción de programas específicos. Surgen entonces los números preparados en exclusividad para ser interpretados desde los estudios de la radio (las llamadas audiciones). Ya comenzaban a perfilarse dos formas distintas de entender el nuevo medio de comunicación: por un lado, la forma liderada por Radio Argentina y sus fundadores, pensada expresamente como medio de comunicación y difusión cultural; por el otro, orientada más hacia lo comercial.
En este contexto, la pelea de box del 14 de septiembre de 1923 entre el argentino Luis Ángel Firpo y el campeón del mundo el norteamericano Jack Dempsey, definió mucho más que un título. El combate, llevado a cabo en la tierra natal del campeón, se retransmitía a la Argentina con unos minutos de demora.
La pelea, polémica y breve, fue estirada varias horas por los locutores encargados de cubrirla, teniendo tan buena repercusión que también la filmación hecha sobre el combate sería exhibida en los cines durante años. Pero lo más importante es que dicha transmisión trajo consigo el boom de la venta de receptores a galena y la multiplicación de oyentes, y el consiguiente interés de muchos comerciantes y empresearios en el pujante medio.
Hacia 1924 el repertorio de música popular y autóctona acapara el interés de las emisoras. Comienzan a ganar espacio en el aire las orquestas de tango y baile, los dúos criollos y solistas, así como toda una serie de personajes ligados al amplio mundo de la música criolla. Dentro de esta “avalancha” de artistas que ingresan en la radio, también aparecieron intérpretes de bajo nivel musical, pero que lograban conseguir auspiciantes, y en poco tiempo la radio dará un giro decisivo en su configuración, imponiéndose en forma definitiva la visión más comercial.
El debut de Gardel-Razzano
El 30 de septiembre de 1924 apareció un pequeño anuncio en el diario La Nación , el cual indicaba el inicio de la carrera radiofónica del dúo criollo Gardel-Razzano: “Hoy martes, a las 22 horas, por Radio Grand Splendid, en la onda de 325 metros , audición a cargo del dúo nacional Gardel-Razzano, que por primera vez cantará por radiotelefonía, desarrollando un extenso programa con sus más aplaudidos números”.
Radio Grand Splendid Theatre había sido creada pocos meses antes por Benjamín Gache y el ingeniero Antonio Devoto, y por entonces se hallaba en la búsqueda de promotores para interesar al público en la flamante emisora.
La presentación se llevó a cabo con éxito. Cuatro días después, Gardel volvió a los estudios de la emisora, esta vez sin la participación de Razzano (quien por entonces comenzaba a tener algunos problemas en la voz, situación que le llevarían al alejamiento del canto poco tiempo después). Le acompañó en dicha oportunidad la orquesta de Francisco Canaro, con la cual interpretaría “Como agoniza la flor” y “La garçoniere”, entre otras canciones (luego también registradas en disco). Si bien la calidad interpretativa de la orquesta de Canaro no resultaba muy distinta de la que alcanzaban los guitarristas de Gardel –llevar el ritmo, algunos tímidos punteos, refuerzo de la melodía principal–, dichas audiciones representaron para el cantor una interesante aproximación a un mundo musical más amplio, una suerte de ensayo con vistas al futuro.
Gardel: solista en la radio
No obstante este promisorio debut, deberán pasar algunos años antes de que el verdadero lanzamiento solista se suscite, porque las emisoras aún se hallaban en una etapa de maduración del armado de la programación, la selección de artistas, los horarios en que saldrían al aire, etc.
Hacia 1928, las radios argentinas se habían multiplicado y estabilizado. Estaban controladas casi en su totalidad por cuatro grupos financieros: Gache y Devoto habían sumado a Radio Splendid el manejo de Radio Mayo y Radio Rivadavia; Teodoro Prieto hacía otro tanto con Radio Prieto, Radio Argentina y Radio Fénix, Jaime Yankelevich dirigía Radio Nacional, Bernotti, La Nación , y Cultura y Porteña, y la Sociedad Anónima Radio Buenos Aires tenía bajo control a La Razón y Brusa.
Para Carlos Gardel llegará, por fin, el momento del debut solista. Dicho acontecimiento se producirá en Radio Brusa, seguido poco después por las presentaciones en la estación Prieto, todo esto ocurrido en el invierno de 1928. Razzano, por entonces, ya se había retirado del canto, pero continuaba ligado al cantor a modo de representante artístico. Serían las primeras presentaciones del cantor frente al micrófono. Los años siguientes le encontrarán como uno de los artistas más demandados por el mundo de la radiofonía.
Bibliografía:
Gallo, Ricardo (1991), La Radio , ese mundo tan sonoro, Corregidor, Buenos Aires.
García Jiménez, Francisco (1951), Vida de Carlos Gardel. Contada por José Razzano, Crismar, Buenos Aires.
Ulanovsky, Carlos y cols. (1995), Días de radio. Historia de la radio argentina, Espasa Calpe, Buenos Aires, 1995.
lunes, 17 de enero de 2011
EL TEATRO DE ALFREDO LEPERA
Por Julián Barsky*
Muchas veces, cuando a raíz de algún evento –por lo general el aniversario de su muerte- se recuerda la figura de Carlos Gardel, parece obviarse la presencia de quien fuera su gran socio artístico de los últimos cinco años de vida: Alfredo Lepera.
La cuestión concreta es que Lepera comenzó a colaborar con Gardel en sus películas europeas, aquellas que filmara en los estudios Joinville, pertenecientes a Paramount, en aquella increíble epopeya de los “estudios múltiples”.
Lepera tenía peso propio, antes de Gardel. Además de su prolífica tarea como periodista y traductor de películas, había escrito algunas revistas en Buenos Aires.
En 1920 hizo sus primeras armas en las páginas de espectáculos de El Plata, colaborando además en El Mundo, Última Hora –donde ingresó precisamente por intercesión de Martínez Cuitiño–, La Acción y El Telégrafo, diarios para los que trabajó en las secciones de información general y crítica teatral.
Aquí comenzó su tarea como dramaturgo, siendo su primera obra la revista “La Sorpresa del Año”, escrita en colaboración con el empresario Humberto Cairo, y estrenada en el Sarmiento el 24 de diciembre de 1927. Presentó luego “Los modernos mandamientos”, escrita junto con Alberto Ballestero y D. Gainza; “Gran circo político”, con Julio Filiberti Escobar; “Melodías de arrabal”, “¡Qué quieren los brasileños!”, “Piernas locas”, “Rojas bocas”, “La vida se va en canciones”, “Está abierta la heladera”, “Ya están secando con Broadway” y “La plata de Bebé Torre”, en colaboración con Pablo Suero y Manuel Sofovich; “Opera en jazz”, “Piernas de seda” y “Un directo al corazón”, realizadas en equipo con Antonio De Bassi, Antonio Botta y Carlos E. Osorio.
Voy a detenerme en el análisis de algunos puntos en común entre la escritura teatral y la cinematográfica de Lepera.
Además de la obviedad de los títulos “Melodía de arrabal” y “Ya están secando con Broadway”, es interesante hacer mención a “Gran circo político” (revista de doce viñetas de palpitante actualidad, en prosa y verso), por las referencias tangueras que aparecen en la misma.
Laestrenada por la compañía de Muiño en el teatro Smart el 27 de junio de 1931.
Por un lado, una de las protagonistas es Manolita Poli, aquella que supo estrenar “Mi noche triste” allá por mediados de la década del ´10 en “Los dientes del perro”. La otra referencia interesante es la Irineo Leguisamo , el famoso jockey que supiera ser íntimo de Gardel.
Pero la que nos interesa aún más es “La plata del Bebe Torres”, estrenada en el teatro Buenos Aires la noche del 23 de mayo de 1931.
Bajo el subtítulo de “Escenas de la vida porteña en tres cuadros”, la obra se ambientaba en un cabaret porteño, con una serie de cuadros revisteriles y lugares comunes del sainete.
El elenco era importante, con Pepe Arias y Pepita Muñoz en los papeles principales, y un elenco que incluía a Irma Córdoba, Cayetano Biondo y Gregorio Cicarelli entre otros.
El argumento es sencillo: Bebe Torres (Arias) es un “atorrante” que debido a su compulsión jugadora, le debe dinero a todo el mundo. Su novia, paciente, espera que Bebe se decida a casarse. Su futuro suegro, por su parte, le ofrece trabajar en sus campos para que “siente cabeza”.
El humor que podemos ver en esta obra es de tono picaresco, muy típico del teatro de revistas, y probablemente parecido a aquel que Lepera lamentará hayan quitado de las películas que produjera con Gardel (y que, por ejemplo, se puede apreciar en el malogrado mediometraje "La Casa es Seria").
Veamos un ejemplo:
Bebe Torres y su amig Mingucho ingresan a Harrod´s, una tienda gigantesca que supo tener su tiempo de gloria en las primeras décadas del siglo XX.
Mingucho mira alrededor y comenta:
-Qué raro... aquí las mujeres entran con un chico y salen con un globo.
BEBE: ¿Y?
MINGUCHO: Que no siempre pasa eso. A veces se entra con un globo y se sale con un chico.
Algunas curiosidades
Decíamos antes que no sabíamos a ciencia cierta cuándo se habían conocido Gardel y Lepera. Pero lo que sí es seguro que al escribir esta obra, el poeta estaba al tanto de la obra del cantor.
“canté una sola vez... a bordo del Reina Victoria...cruzábamos la línea tropical...me puse a cantar “La muchacha del circo”... al llegar a lo de “yo soy la muchacha del circo”...zas! el barco a pique”.
Recordemos que “La muchacha del circo” fue grabada por Gardel en 1928.
En otro momento, una cabaretera se pone a tararear “Yira, yira”, el tango de Discépolo que Gardel hiciera conocido. Los presentes se escandalizan, acusando a la muchacha de loca.
El final de la obra también tiene interés. Bebe, al enterarse que pese a todo seguía teniendo dinero, festeja en el cabaret:
BEBE: Pague Don Carlos...es mi última noche de milonga (...). Pero tendremos en el recuerdo el conjuro de las noches porteñas...luces, asfalto relucientes, Rolls royce, penumbras de los parques, palacios iluminados...
COCA: ¡Palermo!
B: Alegrías de las muchachas malevas que se miran los ojos en su hilito de un arroyo arrabalero.
(A DÚO) El Maldonado.
B: Flores, mujeres, niños bien, gomina.
(A DÚO): El rosedal.
B: Aullidos de la multitud, chaquetillas encendidas decolores, finales cabeza a cabeza.
(A DÚO): ¡Leguisamo!
B: Lanchas que doblan la esquina de un río de juguetes.
(A DÚO): ¡La Vuelta de Rocha!
MINGUCHO: Cornisas que se vienen abajo.
B: Mi Buenos Aires...y el tango, el viejo tango estremecido de pena. (se empiezan a escuchar los primeros compases de “La Cumparsita ”). Vamos, pebeta!
¿Suena conocido? Veamos el final de la película “Cuesta Abajo”, que Gardel y Le Pera filmaron en los Estados Unidos en 1934. El argumento debía tener un fuerte tono criollo o porteño, de manera de preparar el ambiente para las canciones que Gardel debía interpretar. De tal manera, la trama incluía expresiones, giros verbales y pies de películas que iban construyendo el tono “gardeliano”, que, junto con las interpretaciones de las canciones, crearon el clima que muchos autores sintetizaban –a falta de una mejor expresión– como “el ángel” de Gardel. Esto es evidente en el argumento de Cuesta abajo, la historia de un estudiante que es arrastrado por el mundo por una bella mujer que lo domina y lo aleja de su novia formal, una tranquila muchacha, hija del dueño de un café de estudiantes.
Hacia el final, despechado y derrotado, Carlos Acosta (Gardel) es convencido por Linares (Vicente Padula) de volver a Buenos Aires. En el barco donde éste último es capitán, dialogan:
LINARES: Pero hay una vida mejor, allá en tu Buenos Aires, sin amarre de penas ni de vergüenzas, y hay un pobre corazón que sufre, y que espera... ¡que espera todavía! Que esperará siempre... Buenos Aires... El cielo porteño florecido de estrellas sobre la penumbra de los parques...
CARLOS: Palermo.
L: Milongas rezongonas y pebetas coquetas...
C: Callecitas de mi barrio... lanchas que doblan la esquina de un río de juguete... alegría de las muchachas malevas que se miran los ojos en el hilito de agua de un arroyo arrabalero.
L: El Maldonado.
C: Chaquetillas encendidas de colores... aullidos... finales cabeza a cabeza.
L: ¡Leguisamo!
C: Noches perforadas de luces que dan envidia a Broadway.
L: Calle Corrientes.
C: Mi Buenos Aires querido...
Y acto seguido se pone a cantar el tango “Mi Buenos Aires querido”, mientras aparecen imágenes de la misma y retorna, libre, a la ciudad de sus amores…
Conclusiones
No es intención de este trabajo analizar la calidad técnica de la dramaturgia “leperiana”, sino únicamente hacer un breve recorrido por algunos puntos en común entre sus textos teatrales y cinematográficos.
Quería destacar que Alfredo Lepera fue un dramaturgo con peso propio, que probablemente hubiera dejado su pequeña impronta en aquella prolífica generación de autores de la década del 30.
* Este texto se puede utilizar libremente (reproducir, citar, mencionar). Únicamente pido que se cite la fuente, es una manera de cuidarnos unos a otros. Gracias.
UN MISTERIO DE AMOR: IVONNE
Por Julián Barsky. 20 de diciembre de 2010.
Entre los numerosos rumores sobre la vida sentimental de Carlos Gardel, uno de los más intrigantes es el vinculado con la llamada “Ivonne Guitry” o “Ivonne Paquin”.
Parte de esta pequeña leyenda se debe, seguramente, a una supuesta referencia literaria de Julio Cortázar sobre la existencia de dicha mujer:
Ivonne y Sacha Guitry
“Mi familia pertenecía a la clase intelectual húngara. Mi madre era directora de un seminario femenino donde se educaba la elite de una ciudad famosa, cuyo nombre no quiero decirle. Cuando llegó la época turbia de la posguerra, con el desquiciamiento de tronos, clases sociales y fortunas, yo no sabía qué rumbo tomar en la vida. Mi familia se quedó sin fortuna, víctima de las fronteras del Trianón, como otros miles y miles. Mi belleza, mi juventud y mi educación no me permitían convertirme en una humilde dactilógrafa”.[i] Con dieciséis años, conoció a un príncipe asiático que le propuso casamiento. La pareja partió rumbo a París, donde planeaban iniciar la luna de miel, que incluía a Niza.
La realidad, sin embargo, le daría un fuerte golpe a la muchacha, al descubrir que había contraído una enfermedad venérea incurable, probablemente sífilis. Sin tener en quién confiar, pues la relación con sus padres se había deteriorado a partir de su casamiento, Ivonne comenzará un derrotero de excesos. “En un carnaval de champán y de falsa alegría, con el alma rota”, dirá Ivonne, recorrió Oriente con su esposo: Java, Japón, Egipto, y en 1927 se instalan en la Cote d’Azur. Luego vendrá la separación y la división de bienes, que le dejará una considerable fortuna.
Ivonne se trasladó al centro de París y buscó suavizar su desgracia entregándose “de lleno a los placeres. En los cabarets llamaba la atención porque siempre iba sola, a derrochar champaña con los bailarines y propinas fabulosas a los sirvientes. No tenía noción del valor del dinero”. La enfermedad hacía su aparición en forma periódica e Ivonne, para mitigar el malestar, aceptó la sugerencia de un oscuro personaje del ambiente, quien le “recomienda el remedio para el olvido... Cocaína, morfina, drogas”. Sumergida en la noche parisina, recorrerá los distintos cabarets, en búsqueda del exotismo y placeres cada vez más extremos.
“En aquella época cosechaba éxitos y aplausos un recién llegado, cantante de cabaret –continúa Ivonne-. Debutaba en el Florida y cantaba canciones extrañas en un idioma extraño. Cantaba en un traje exótico, desconocido en aquellos sitios hasta entonces, tangos, rancheras y zambas argentinas. Era un muchacho más bien delgado, un tanto moreno, de dientes blancos, a quien las bellas de París colmaban de atenciones. Era Carlos Gardel. Sus tangos llorones, que cantaba con toda el alma, capturaban al público sin saberse por qué. Sus canciones de entonces –‘Caminito’, ‘La Chacarera ’, ‘Aquel tapado de armiño’, ‘Queja Indiana’, ‘Entre sueños’– no eran tangos modernos sino canciones de la vieja argentina, el alma pura del gaucho de las pampas. Gardel estaba de moda. No había comida o recepción galante a que no se lo invitase. Su cara morena, sus dientes blancos, su sonrisa fresca y luminosa, brillaba en todas partes. Cabarets, teatros, music-hall, hipódromos. Era un huésped de Auteuil y de Long-Champs”.[ii]
El recorrido nocturno de Guitry era frívolo por partida doble. Por un lado, estaba su búsqueda de “placeres” y el olvido, y por otro, el sondeo en los distintos locales de nuevas formas estéticas para aplicar a la indumentaria femenina, ya que por entonces dirigía la famosa tienda parisina Paquin, que la catapultaría años más tarde como “La Reina de la Moda ”.
No está claro cuándo y dónde se conocieron. Ivonne recordaba que se habían encontrado por primera vez “en uno de estos hipódromos, en un día de gran prix, cuando yo presentaba los modelos de primavera”.[iii] Aunque en otra oportunidad dijo que el encuentro había sido en el cabaret Palermo, donde la clientela tenía un fuerte sustento latino, además de una abundante participación femenina, en su mayoría extranjeras atraídas por el mismo exotismo que fascinaba a Guitry.
Los recuerdos del guitarrista José María Aguilar vinieron a agregar datos, y quizás confusión. Aguilar recordaba que una noche, después de una actuación, Gardel era invitado a la mesa de una rubia muy bonita, de la que todos hablaban pero de la que nadie sabía nada. Sin poder resistirse, interpeló al cantor a su regreso:
–¡Pero, qué hermosa es! ¿De quién se trata, si no es mucha curiosidad?
–Nada menos que de una marquesa, “Indio” –le contestó Gardel–. Dice que le gusta como canto, y ya me ha invitado a su casa. ¿Qué te parece, agarro viaje?
–Sí, pero con boleto de ida y vuelta, Carlitos. A ver si en una de esas te veo convertido en un señor marqués y nosotros, de guitarristas del gran Carlos Gardel, descendemos a la categoría de ‘valets’ de un noble...
–Vos sabés que yo no me caso con nadie –le retrucó el cantor–. Me gusta como a cualquier mortal internarme en el terreno de una aventura, pero sé muy bien cuándo debo ponerle punto final a esta clase de entrevistas, que, por otra parte, ayudan a matizar nuestra existencia bastante inquieta, y por ello mismo, expuesta a toda clase de sorpresas y peligros.[iv]
La relación en principio, no pasa de ser un escarceo amoroso. “Cierto que alababa mi vanidad femenina el ser vista en París con el hombre del día, con el ídolo de las mujeres –admitía Guitry–, pero nada decía a mi corazón”. Sin embargo, el paso del tiempo irá despertando en ella un interés mayor, y poco a poco se fue enamorando del cantor. “Aquella amistad se reafirmó en otras noches, otros paseos, otras confidencias, bajo la pálida luna parisién a través de los campos floridos. Pasaron muchos días de un interés romántico. Ese hombre se me iba entrando en el alma. Sus palabras eran de seda, sus frases iban cavando la roca de mi indiferencia. Me volví loca. Mi pisito lujoso pero triste, estaba ahora lleno de luz. No volví a los cabarets. En mi bella sala gris, al fulgor de las farolas eléctricas, una cabecita rubia se acoplaba a un firme rostro de morenos matices. Mi alcoba azul, que conoció todas las nostalgias de un alma sin rumbo, era ahora un verdadero nido de amor. Era mi primer amor”.[v]
A Gardel empezó a resultarle cada vez más penosa la relación y, con cortesía, intentará enfriar las cosas. Ivonne, desesperada, acosará al cantor en todas partes, buscándolo en los lugares que solía frecuentar, preguntando por su paradero a los amigos. Gardel, en más de una ocasión, debió esconderse entre los automóviles a la salida de los teatros para no ser visto por la “marquesita”, quien, mientras lo llamaba al grito de “¡Charlot! ¡Charlot!”, recorría el recinto de arriba abajo.[vi] Finalmente una noche, después de una buena actuación, Gardel accedió a conversar con Ivonne, que intentará persuadirlo de las inconveniencias de la vida que llevaba:
“–¿Tú llamas a eso libertad? ¡Estás en un error, mi querido Charlot! Yo te hablo como una mujer que conoce la vida y tiene la suficiente experiencia para aconsejarte lo más conveniente. A mi lado serás un hombre feliz, sin preocupaciones de ninguna especie. Si te agrada viajar, puedes hacerlo, pero sin estar atado a compromisos de trabajo. Y algo más: tendrás todo mi amor y sabré hacerte el más dichoso de los hombres...
”Gardel, sin perder su habitual aplomo, replicó:
”–Nada, nada, mi simpática Ivonne. Hablás como un libro abierto, pero yo me tomo el atrevimiento de cerrarlo porque..., vamos a ser sinceros... ¿De qué vale que me tengas a tu lado si la simpatía que te tengo no alcanza a nivelar la pasión que dices sentir por mí? A cariño igual, sería otra cosa. Además, debes comprender que no es digno de un hombre aceptar el amor de una mujer que, además, dé cheques. ¿Te das cuenta, mi buena Ivonne, por qué me obstino en limitar nuestras entrevistas y paseos? Seamos nada más ni nada menos que dos buenos amigos, y no nos atemos a un compromiso que terminaría malamente.
Ivonne contempló su vaso con pesar. Alzó la mirada, intentando esbozar una sonrisa.
”–Es el destino..., si algún día cambias de parecer y te decides a volver, no olvides que tu Ivonne seguirá esperando.[vii]
Algunas referencias periodísticas ayudarían aún más a cimentar el relato. La temporada en París, como el romance con la “marquesita”, también culminaba, y Gardel partió rumbo a España para realizar algunas actuaciones. A continuación, volvería a Buenos Aires. “En realidad no tiene nada de particular –resumió Gardel al llegar al puerto–. Es un pequeño romance, como cualquier otro. Pero me ha interesado más en primer lugar porque es una marquesita de la auténtica aristocracia francesa, joven y bonita, y también por el entusiasmo con que lo tomó y el empeño con que se ha mantenido. Imagínense que cuando me conoció dijo que quería aprender español para poder comunicarse mejor conmigo. Se compró libros, diccionarios, tomó profesores y hoy me escribe en un español perfecto, con las más bellas palabras del idioma, unas cartas que son un modelo. Me parece que de todo mi paso por París es lo que más vale la pena recordar”.[viii]
Cuál no sería su sorpresa al año siguiente, cuando, al regresar a Madrid, descubrió que Ivonne Guitry una vez más le esperaba.
“Estamos en el bar del Principal Palace –empezaba el relato de un cronista–. En la mesa próxima de la nuestra hay una damita que, invadida como nosotros de spleen, mastica nerviosa la boquilla dorada de su Muratti. [...]
”–¡Perdón! –Ya está roto el hielo. Y la interviú comienza bajo los mejores auspicios.
”–¿Viene usted a ver a Carlitos Gardel?
”–¿Gardel?... ¡Oh, mon Charles!... ¡Mon petit Charlot!...
”–¿Lo conoce?
”–Sí –chapurrea delicadamente la francesita, que ha aprendido el castellano ‘por amor’–, lo vi una noche en el cabaret Florida de París y desde entonces soy ‘su sombra’.
”–Pero, ¿él sabe?
”–¡Oh, no! ¿Para qué? Si lo supiera yo sería una más y yo, monsieur, estoy por encima de todas.
”–¿Qué objeto la mueve a esta persecución?
”–Soy una admiradora de su arte, no me canso de oírlo. Cuando por la noche me retiro a mi cuarto del hotel, doy por muy bien pagados mis esfuerzos si lo he oído cantar tres o cuatro canciones.
”–¡Extraño caso! [...]
”–Escúcheme, yo tengo una enfermedad incurable. Es un horroroso recuerdo de aquel vil asiático. Llegué a París para recluirme en un sanatorio que fuese como un sepulcro de flores... Una noche oí a Gardel... Su voz despertó en mi alma extraña sensación y lo sigo, lo quiero seguir como una sombra hasta que mi vida se marchite... ¡Es un secreto, señor!
”Callamos los dos. De súbito la puerta se abre y aparece en el umbral la arrogante figura de Carlos Gardel.
”Su rostro moreno, ancho y simpático, expresa la alegría de su triunfo perenne. Aquí como en París, como en la Costa Azul , como en Buenos Aires, el público lo aclama.
”Ya ha pasado.
”La sombra de mujer se levanta y lo sigue.
”Y nosotros clavamos los ojos en la cortina de terciopelo rojo tras la cual ha desaparecido la hembra aún, linda, que quiere agostarse escuchando los trinos del maravilloso jilguero, cuya voz quizá hasta haga el milagro de contener a la Muerte”.[ix]
Hay otra referencia más, supuestamente escrita en primera persona por Ivonne, que aduce se iban a encontrar en Colombia pocos días antes de la muerte del cantor.
El idilio en Buenos Aires fue breve. Despechada, Ivonne se volcó de lleno al negocio de la moda, emprendiendo largos viajes por Europa y América. Ya no volverán a verse, pero en 1935, cuando Gardel visite Bogotá cumpliendo parte de su gira por Latinoamérica, la casualidad los hará coincidir en la misma ciudad. “Dos días antes de su trágica partida a Cali, el sábado 22 de junio, yo estuve a punto de presentarme en el camarín del teatro Real donde actuaba –explicó Ivonne–. No lo hice. Ahora debo manifestar que si yo ese sábado me decido a visitar a Carlos, puede ser que se lo hubiera escamoteado a la muerte. ¿Por qué? Pues porque yo también, casualmente, partía para Cali el 24, y tenía en mi bolso dos pasajes para el avión de la compañía alemana Scadta. Debíamos viajar mi secretaria y yo; pero a último momento, por conveniencias comerciales, mi secretaria tuvo que quedarse en Bogotá. Si mi cariñosa camaradería con Gardel se hubiera renovado... tengo derecho a creer que, aprovechando la oportunidad del pasaje en blanco que yo tenía, él no hubiera ocupado su sitio en el siniestro avión de la Saco y hubiera viajado en el de la Scadta llegando conmigo a Cali sin el menor tropiezo...”[x]
Al enterarse de la muerte de Gardel, Ivonne intentó suicidarse ingiriendo pastillas, y gracias a la intervención de los médicos se evitó el trágico desenlace.
Guitry continuó tras los pasos del cantor exactamente como una sombra. Años después ella asegurará que viajó con él a Buenos Aires y que el tango “Madame Ivonne”, de Eduardo Pereyra y Enrique Cadícamo, fue compuesto en su honor, por sugerencia del propio Gardel: “Era la papusa del barrio latino/ que supo a los puntos de verso inspirar,/ pero fue que un día llegó un argentino/ y a la francesita la hizo suspirar./ Madama Ivonne, la Cruz del Sur fue como un signo;/ Madama Ivonne, fue como el sino de tu suerte./ Alondra gris, tu dolor me conmueve,/ tu pena es de nieve, Madama Ivonne”.
El nombre terminó familiarizándose como Ivonne Guitry.
Pero, ¿quién era Ivonne Guitry? ¿existió realmente?
Su verdadero nombre era Yvonne Printemps, y había nacido en Ermont, Francia, el 25 de julio de 1895.
Hija de actores, comenzó a actuar en los escenarios a edad muy temprana. A los trece años ya había bailado en revistas en el Folies Bergère de París. Printemps –apodada primavera por uno de sus compañeros debido a su disposición asoleada, comenzó a trabajar en la operetta, apareciendo en trabajos tales como “Les Contes de Perrault” (1913) y “Le Poilu” (1916).
En 1919 se casó con el actor y dramaturgo Sacha Guitry. De allí el equívoco en relación a su nombre, pero es bueno aclarar que Ivonne nunca adoptaría el apellido de su esposo. Juntos realizarían un gran número de obras, logrando un gran éxito en 1925 con “Mozart”, obra que llevarían a Norteamérica y Canadá.
Por entonces se enamoraría del actor de cine francés Pierre Fresnay. Poco tiempo después, se divorciaría de Guitry para unirse con Fresnay. Si bien no se casarían, seguirían juntos toda la vida.
Su trabajo también se vio plasmado en el cine, donde llegaría a actuar en una decena de películas. Los años de senectud le encontraría abocada a la co-dirección del Théâtre de la Michodière en París, cargo que ocuparía hasta su muerte, ocurrida en 1977.
En 1994, al cumplirse cien años de su nacimiento, el gobierno de Francia pondría su imagen en un sello postal.
Fuentes:
Barsky J. y O. Barsky, Gardel la biografía (2004), Editorial Taurus, Buenos Aires.
http:// www.gardelbiografia.com.ar . Julián Barsky (coord.).
[i] Sarmiento, M., “La tragedia de Colombia”, Homenaje Universal al Cantor de los Cinco Continentes, s/f.
[ii] Sarmiento, M., op. cit.
[iii] “Un amor que pudo salvar la vida de Gardel”, revista Cantando, 30 de julio de 1957.
[iv] Aguilar, J. M., “Yo acompañé a Carlos Gardel”, revista Aquí Está, Nº 1017, 19 de septiembre de 1950.
[v] Sarmiento, M., op. cit.
[vi] José Le Pera tenía, en cambio, una visión más cínica respecto de la actitud de Ivonne: “Ella pretende mostrarse, exhibirse con Gardel en los cenáculos mundanos y artísticos del París de entonces; de la Coupole a la Rotonde , al Lido; al departamento de los Torterolos o al campo de la Morlace. Sabe que lo visitan el Barón de Rotschild, el Aga Khan... Necesita llegar a esos grupos sociales de difícil vinculación. Lo persigue a Dauville, sigue a Niza; enfrentándolo en el Negresco y en los reservados del Gran Casino du Mediterranée para conocer a la Baronesa de Wakefield, con Chaplin, Lucienne Boyer, Henry Garat [...] No es una mujer enfermiza, es sin duda una auténtica trepadora que parecería haber salido de las páginas de la novela homónima de Rómulo Gallegos” (Le Pera, J. [1991], pp. 144-145).
[vii] “Cartas de amor de Carlos Gardel”, s/d.
[viii] Diario La Nación , 30 de junio de 1929, en Peluso, H. y Visconti, E. (1990), p. 106.
[ix] “Interviú con la sombra de Carlos Gardel”, diario El Plata, Montevideo, 2 de junio de 1929.
[x] “Un amor que pudo salvar la vida de Gardel”, revista Cantando, 30 de julio de 1957.
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