Cuando el 24 de junio de 1935 se estrella en Medellín el avión en que viajaba Carlos Gardel, la noticia conmueve al mundo. A la difusión masiva de sus discos, se había sumado desde 1931 la gran repercusión popular de sus películas. Todo ello eclosionó en la gira que había emprendido por Latinoamérica, y que acabaría inesperadamente en Colombia, provocando convocatorias populares nunca antes registradas, y que sólo volverían a registrarse con la aparición de los Beatles.
¿Cuáles fueron las circunstancias que hicieron posible semejante fenómeno? ¿Cómo construyó este artista el tango cantado, música de fusión de definida presencia internacional? ¿Cómo el pequeño inmigrante francés logró sintetizar en la cosmopolita Buenos Aires de comienzos del siglo XX la extraordinaria oferta musical sustentada en las migraciones internacionales y nacionales que se desparramaron por las salas de espectáculos de la ciudad? ¿Cómo se lanzó a la conquista de los principales centros internacionales, y logró imponerse como uno de los grandes referentes del canto popular?

miércoles, 2 de febrero de 2011

LA PASIÓN SEGÚN GARDEL

LA PASIÓN SEGÚN GARDEL
por Julián Barsky*


*Publicado originalmente en Revista Todo es Historia No479, junio de 2007
 
EL ORIGEN
Bogotá

A Nicolás Díaz la mujer le llamó la atención de inmediato. No era la típica imagen de la admiradora del cantor, pulcramente vestida y perfumada; por el contrario, presentaba un aspecto desalineado y nervioso que no presagiaba nada bueno.
–Lo siento, señorita, pero ésta es una reunión privada –dijo el empresario, acercándose.
–Es que usted no entiende, señor. Tengo que hablar con él, tengo que decirle algo muy urgente. Por favor...
Díaz dudó, y el momento fue aprovechado por la muchacha para evadirse y llegar hasta la mesa de Gardel. Varios comensales se acercaron, pero se detuvieron ante un gesto del cantor.
–¿En qué puedo servirle, señorita? –preguntó cortés.
–No debe viajar, señor Gardel. ¡Es peligroso!
–No se preocupe, señorita. Ya hemos viajado antes.
–Usted no entiende –se sofocó la mujer, al borde de las lágrimas–. He venido a  salvarlo. ¡No suba usted a ese avión!
Gardel ya había vivido escenas parecidas en otros países. Con leves matíces, la situación era siempre la misma: mujeres que le aseguraban haber leído en su porvenir una muerte violenta en tal o cual viaje, cartas de videntes anunciando una catástrofe, etc.
Intentó desembarazarse de la joven entregándole unos billetes a modo de agradecimiento, pero ella los rechazó, ofendida. Poco después el personal del restaurante la escoltaba hasta la salida.
Aquella fue la última noche de Gardel en Bogotá. Al día siguiente, partía rumbo a Medellín y la inmortalidad.


Medellín, 24 de junio de 1935
La gira de Gardel por Latinoamérica, iniciada en marzo con fines de promocionar sus películas filmadas en Estados Unidos, había tenido caracteres inéditos en la historia del espectáculo: escenas de histeria masiva, con multitudes abarrotando las calles y teatros por donde el cantor pasara. Debido a estos agradables pero inesperados sucesos, se decidió reprogramar la gira, agregando fechas y viajes.
Así, el 24 de junio Gardel y su comitiva debían viajar en avión desde Bogotá a Cali. Dos compañías hacían el servicio: La S.A.Co. (sociedad norteamericano-colombiana) y la S.C.A.d.T.A., de origen alemán. El cantor y los suyos se inclinaron por la primera.
El viaje se haría en dos tramos: el primero desde Bogotá a Medellín (que lo realizaría el piloto norteamericano Stanley B. Harvey), y el segundo desde allí hasta Cali. De este segundo tramo se ocuparía Ernesto Samper Mendoza, a la sazón dueño de la compañía y piloto de renombre.
El primer tramo del viaje se realizó sin incidentes. Tras un breve refrigerio y las fotos de rigor, los pasajeros y la tripulación volvieron a la nave para continuar su viaje.
El avión arrancó. Sin embargo, algo sucedía, pues pese a carretear a velocidad creciente, aún no conseguía elevarse.
-Che, hermano –bromeó Gardel desde su asiento–, este aeroplano parece un tranvía Lacroze.
El F-31, aún sin levantar del piso, cambió de rumbo, enfilando en línea recta hacia el hangar de la S.C.A.d.T.A., donde había por lo menos cincuenta personas y gran cantidad de combustible. Samper, en una maniobra final desesperada, hizo girar el pesado avión en un ángulo cerrado, logrando esquivar las oficinas, pero no así al Manizales, trimotor de la compañía que se hallaba esperando pista. Ambos aviones -llenos de combustible y los motores encendidos-, estallaron de inmediato.
Cuando media hora después pudo apagarse el fuego, la magnitud de la catástrofe quedó expuesta: quince personas muertas y cinco heridos, dos de los cuales fallecerían pocos días más tarde.
Los cuerpos fueron ubicados dentro de ataúdes donados por la municipalidad y trasladados hasta el hospital San Vicente de Paul, para su reconocimiento. Por encargo de los estudios Paramount, los restos de Gardel fueron depositados en un ataúd diferente. Al día siguiente se celebró una misa en la basílica de La Candelaria, desde donde el séquito partió rumbo al cementerio de San Pedro. El ataúd del cantor fue llevado a hombro por una compañía de teatro que se hallaba trabajando en la ciudad.

Si bien el peritaje redujo a dos las causas del accidente (las características topográficas del aeródromo, y un viento del sudoeste que  irrumpió segundos antes del despegue), la espectacularidad del siniestro disparó la imaginación: sobrecarga, competencia entre las compañías, tiroteos entre miembros del pasaje y/o los pilotos, un affaire romántico, y hasta una conspiración de la C.I.A. junto con la Paramount para eliminar al artista que amenazaba con destronar a las estrellas norteamericanas. Una bala encontrada en el tórax del cantor no hizo más que alimentar los rumores.[1]

 

¿Uruguayo?
Un segundo elemento vino a sumarse. Las agencias noticiosas informaron al mundo que se había producido "la muerte del cantor de tangos uruguayo Carlos Gardel", basándose en el chamuscado pasaporte encontrado en su cadáver. El mismo le señalaba como nacido en Tacuarembó, Uruguay, el 11 de diciembre de 1887.
De inmediato el gobierno de Terra inició gestiones para trasladar sus restos a territorio oriental. Sin embargo, este proceso se vio interrumpido cuando Berta -madre del cantor- dio a conocer su decisión respecto del destino de los despojos de Gardel: el cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires. Asimismo, se hizo público el testamento ológrafo del artista, escrito de su puño y letra, donde se reconocía nacido en Toulouse, Francia.[2]

 

La repercusión

La reacción del público fue de estupor y desesperación. En Nueva York, una joven llamada Estrellita Rigel debió ser hospitalizada tras un intento de suicidio; en Puerto Rico sucedió otro tanto. En Cuba, una persona se quitó la vida, y en la Argentina, oficialmente tres personas hicieron lo mismo. En diversas salas teatrales, los actores y el público guardaron un minuto de silencio. La compañía del Liceo fue más lejos levantando la función, y poniendo un cartel que decía: “Silencio, ha muerto Carlos Gardel”. Las broadcastings, por su parte, acordaron no emitir tangos durante la siguiente semana.

La fiesta del dolor

La cantidad de homenajes y recordatorios realizados por la desaparición de Gardel sería enorme, tanto en la Argentina como en otros países del mundo (Chile, Colombia, España, Uruguay, Brasil y Estados Unidos, entre otros).

Pero sin duda, la conmemoración más grande se realizaría en Buenos Aires. El 12 de julio, y ante más de treinta mil personas, unos seiscientos artistas –entre los que se incluían de Caro, Corsini, Charlo y Canaro- se dieron cita en la ocasión. El lugar: el estadio Luna Park. “No había nadie de ninguno de los centros del mundo –ya sea culturales, de todos los niveles- que no estuviera representado en esa fiesta del dolor”, sintetizó Mauri Rubinstein, presente en la oportunidad.


El largo y sinuoso camino a casa
Luego del espectáculo, un grupo de artistas y amigos del cantor conformaron una Comisión de Homenaje. Como primera medida, enviaron a Armando Defino –representante de Gardel e integrante del cuerpo– a buscar sus restos. Defino comenzó entonces una penosa tarea, que abarcó además la reconstrucción de la malograda gira final, con el propósito de ordenar las finanzas y realizar un primer balance.
Tras lograr la exhumación del cadáver enterrado en Medellín, comenzó una larga peregrinación que, ironía del destino, llevó a Gardel por el mismo camino que había realizado menos de un año antes, pero en sentido opuesto: es deicr, de Medellín a Nueva York.
Así, luego de preparar una caja mortuoria especial y embalar las pertenencias del artista (unos 20 baúles), el cargamento partió en tren con rumbo a Buenaventura, donde lo esperaría Defino para embarcarlo a Panamá.
Dos arrieros de la zona –'El 'Mono' Montoya y 'Pepe' Meza- fueron contratados en Caldas (Antioquía) para que trasladaran los restos hasta Supía, donde una berlina del expreso Ricovilla, contratada anteriormente, se haría cargo del resto del viaje. Sin embargo, al llegar al poblado la noticia se filtró, y el féretro fue llevado al recinto del Concejo Municipal para homenajear al malogrado cantor.
Un pequeño accidente ocurrido poco antes de llegar al siguiente destino (Riosucio), dejó al descubierto los documentos en que constaba el nombre del cadáver. La novedad corrió como reguero de pólvora, y muy pronto se organizó un nuevo homenaje, que incluyó discursos y hasta la declaratoria como hijo ilustre. El ataúd fue luego llevado a la casa de María Trejos de López, donde se lo veló toda la noche.[3]
La última parada antes de llegar a Cali fue en Anserma. Roberto Rico, uno de los dueños de Expresos Ricovilla, previendo una reacción similar a la de Riosucio, se negó a comentar con nadie sobre su contenido. “Si supieran a quién tenemos en la oficina en Anserma”, decía por todo comentario.[4]
Finalmente, los restos llegaron a Buenaventura donde fueron embarcados a Estados Unidos. Una vez allí, Defino logró un permiso para que pudiera recibir los respetos de la comunidad hispana, para lo cual se alquilaron los servicios de la Funeraria Hernández (Calle 114).
Tras una semana de velatorio, Defino pudo partir rumbo a Buenos Aires. Antes de arribar, los viajeros fueron homenajeados en Río de Janeiro y en Montevideo. En esta última, el ataúd fue bajado a tierra y depositado en una galería del edificio aduanero. La ceremonia incluyó discursos, marchas fúnebres y una lenta procesión de regreso al puerto, llevada a cabo en un camión cubierto de flores.

Buenos Aires
Los restos de Gardel llegaron finalmente a Buenos Aires. Una gran cantidad de público esperaba su arribo, por lo que la comisión de recepción tuvo grandes dificultades para abrirse paso hasta el Luna Park, donde sería velado.
Monseñor Gustavo Franceschi –quien nunca simpatizó con Gardel- realizó una despectiva descripción de los concurrentes, que sirve no obstante para graficar el espíritu de la concurrencia: “Gandules de pañuelito al cuello, dirigiendo piropos apestosos a las mujeres; féminas que se habían embadurnado la cara con harina y los labios con almagre; compadres de cintura quebrada y sonrisa cachadora. Buenas madres, persuadidas de la grandeza del héroe, que llevaban –pude comprobarlo por fotografías– a sus hijos a besar el ataúd... y según se me afirmó... diversas individuas llenas de compunción, pretendían ocupar lugares especiales porque fueron amigas, compañeras de Gardel, a quien convierten de este modo en Tenorio de conventillo o pachá de arrabal...”
A la mañana siguiente, una carroza fúnebre tirada por ocho caballos y conducida por gauchos, partió rumbo a la Chacarita. La multitud transformó al cortejo en una procesión, siguiendo a la carroza a su paso por calle Corrientes. Mientras la aviadora Carola Lorenzini pasaba por encima y dejaba caer un poncho, desde los balcones llovían flores, y orquestas improvisadas en las esquinas interpretaban tangos.

El autor teatral Alberto Vacarezza fue el encargado del discurso final en el cementerio. Destacó los éxitos del cantor tanto en el país como en el exterior, y, por sobre todas las cosas, sus valores morales, que le habían hecho un ser excepcional.[5]


ENTRE EL CULTO Y EL MITO
Suele ser un lugar común relacionar a Gardel con el mito. No obstante, nadie ha podido dar una razón satisfactoria para esta asociación, limitándose al latiguillo de que “los mitos no se pueden explicar”.
El mito es aquel conocimiento intangible, inconsciente y profundo que pertenece a todos los seres humanos y que no tiene su origen en la racionalidad. Circula en el imaginario a través de figuras simbólicas –arquetipos-, entre las que podemos incluir la del héroe, la bruja y la princesa.[6]
En esta dirección, Gardel tiene todo los condimentos mitológicos. Está enraizado en el inconsciente colectivo desde su talento, pero al mismo tiempo su fragilidad y sus limitaciones nos lo presentan  humano y cercano: es, sin duda, un héroe de la modernidad.
Suele suceder con hombres y mujeres que han dejado una huella. Su personaje “carga” con una dimensión extra respecto de sus contemporáneos. Así, por ejemplo, Evita se ha convertido en símbolo de reivindicación de las clases populares; el “Che” Guevara en sinónimo de la lucha por la libertad; etcétera.
En el caso de Gardel, es su arraigo en los sectores humildes lo que le da sustento al mito, pues es allí donde principalmente surgirán las versiones más o menos fantásticas y/o creíbles sobre su vida y muerte.

 

Made in Gardel

En la creación del mito gardeliano también influyeron otros factores. En este sentido, la construcción de la imagen por parte del propio Gardel es un punto que merece consideración. El artista se dedicaría a dicha labor con  ímpetu a lo largo del tiempo, sin dejar detalle librado al azar: la vestimenta, las fotografías, el físico y sus declaraciones a la prensa.
Éste último punto será vital, pues a través de ellas fue reconstruyendo, a su gusto, su origen social, omitió compañeros incómodos, exageró triunfos y disminuyó fracasos. Y, por supuesto, el conflictivo tema de la edad y nacionalidad tampoco quedó excluido de sus comentarios. La ambigüedad de sus respuestas no harían otra cosa que alimentar el misterio.

Los coleccionistas
Los años se sucedieron. La figura de Gardel contó con altibajos a lo largo del tiempo, para caer en un cono de sombra más prolongado en las décadas del 60 y 70.
Es allí donde la labor de los coleccionistas cobró una importancia fundamental. Mientras a nivel oficial no se veía una intención de proteger el patrimonio gardeliano, ellos empezaron su lenta labor de acumulación (que en algunos casos había comenzado en vida del cantor). De este modo, cualquier elemento que le hubiera pertenecido, aunque fuera en forma indirecta, era objeto de disputa, negociación, y hasta fraude y robo.
Su accionar provocó un doble efecto sobre el patrimonio gardeliano: por un lado, contribuyeron a evitar que se deteriorase o perdiese; por otra parte, la apropiación de material perteneciente a la comunidad -llámese el que está ubicado en bibliotecas, museos, monumentos, etc— contribuyó a la construcción mitológica de la figura del cantor; pero una construcción a parcial, esteriotipada y empobrecida.
“La lógica del mito no impide a la figura de Gardel volverse objeto de reinvindicación y apropiación de diferentes representantes sociales”, afirma la investigadora Sabrini Carlini (2003). Indudablemente, la imagen del cantor ha sido transformada en un objeto de culto; un objeto al que se le puede dar un contenido místico-religioso, moral, artístico, incluso frívolo.
Todo en Gardel se ha convertido en ritual, el que cuenta con la fecha del 24 de junio como epicentro. Ese día, seguidores, turistas, investigadores y curiosos se amontonan frente a su panteón. La jornada cuenta con el consabido minuto de silencio al cumplirse las 15.02, supuesta hora de su muerte, seguido de ofrendas florales, canciones y la colocación de un habano encendido en la mano derecha de la estatua que adorna la tumba. Acto seguido, se abre una botella de champaña, volcándose sobre la cabeza y hombros del busto. La ceremonia culmina con un descenso a la cripta, donde están emplazados los ataúdes de Gardel y su madre.
Esta necesidad de “reivindicación-apropiación” de la efigie de Gardel ha generado al menos dos tendencias –no necesariamente opuestas–, y que denominaremos La Guardia Imperial y Los Devoradores.

La Guardia Imperial
Las posesiones de Gardel pasaron, con el tiempo, de mano en mano. Los coleccionistas, apasionados y autodidactas, se fueron especializando en base a distintas ópticas: los poseedores de discos y/o fotos originales, los recopiladores de recortes, los que guardan parte de su guardarropa, etcétera.
Los cuatro coleccionistas principales con vida son Héctor Lucci, Bruno Cespi, Ángel Olivieri y Hamlet Peluso. Todos ellos viven en Buenos Aires y rondan los ochenta años. Si bien varios de ellos prestan sus objetos habitualmente para la publicación de libros y exposiciones, se sospecha que poseen un número de discos de prueba, fotos y documentos originales que nunca se han publicado.[7]

Los Devoradores
En su afán de poseer algo que, aún en forma indirecta, hubiera pertenecido a Gardel, la destrucción de un patrimonio cultural invalorable comenzó a hacerse cada vez mayor, llegando hasta los extemos del ocultamiento, la falsificación y el robo.[8] La falta de políticas adecuadas de preservación colaborarían con el desastre: hoy en día, no existe un lugar en Argentina que contenga, aunque sea, las principales pertenencias del artista.
La casa de Jean Jaures, la única que perteneciera a Gardel, estuvo abandonada por años; incluso llegó a estar habitada por ocupantes ilegales. Cuando lograron ser desalojados, coleccionistas privados de todo tipo se acercarían al lugar, llevándose desde ladrillos, pedazos de empapelado, mosaicos o restos de marcos de madera.

Gardel: la leyenda mediática continúa
Es Gardel un paradigma de la modernidad. Imbuído en los sistemas de reproductividad técnica y los medios de comunicación masivos, ligó su destino y trascendencia al crecimiento de éstos. Reconocido y buscado por la prensa en vida, se convirtió en un fetiche favorito tras su muerte. A más de setenta años, su figura es revisada una y otra vez, y en cada ocasión un dato, una afirmación o duda se agrega, convirtiéndole indudablemente en la primera leyenda urbano-mediática de la ciudad de Buenos Aires.
La tragedia, además de plantear el interrogante de hasta dónde podría habría llegado el cantor, dejó cabos sueltos sobre su vida, alrededor de los cuales comenzaron a gestarse todo tipo de leyendas. Éstas, basadas en testimonios orales principalmente, comenzaron a ser incorporadas, reinterpretadas, agigantadas y transmitidas por los medios de comunicación.
Las hemos dividido en dos grandes grupos, por su persistencia en el tiempo y su simbolismo: las leyendas alrededor de su nacimiento, y las leyendas sobre su muerte y el “más allá”.

Leyendas del nacimiento
·         Gardel uruguayo
Tras el testimonio de Berta y la aparición del testamento ológrafo que certificaba el nacimiento de Gardel en Francia, el tema de su nacionalidad parecía cerrado.
Muchos años después, el periodista Erasmo Silva Cabrera (Avlis) reabrió “el caso”, para lo cual se trasladó a Tacuarembó, intentando infructuosamente encontrar registros -ya sea eclesiásticos o civiles-, testimonios, etc.
Avlis no se amilanó. Así, descubrió un extraño personaje en la historia del pueblo, llamado Carlos Escayola. El hombre había tenido una vida tumultuosa, que incluía varios matrimonios, hijos naturales y muertes dudosas. Esto, sumado a su vocación por la música y el teatro fue el pilar sobre el que se apoyó para probar que este hombre podía ser el padre de Gardel.
A pesar de sus esfuerzos y de quienes continuaron en esa línea, jamás se pudo aportar una prueba documental o testimonial directa que pudiera avalar la hipótesis. La defensa de esta teoría llevó a sus mentores a inventar padres falsos, redefinir la relación con Berta y su círculo de amistades y parientes, e imaginar pasajes educativos en escuelas montevideanas, avanzando en una línea que finalmente condujo a la construcción de la hipótesis de “los dos Gardeles” (un Gardel de origen francés y otro uruguayo que convivían bajo el mismo techo).

·         Gardel y Pehuajó
En 1996 Elena Irene Gardes publicó un libro titulado “Carlos Gardel y la raíz de mi genealogía”, donde pretendía demostrar que el padre de Carlos fue, en realidad, un primo de Berta. Según la autora, Vital, padre de Berta, tenía un hermano llamado Louis Genes. En 1890, Berta quedó embarazada de su primo José. La reacción familiar habría sido muy negativa, dado que el muchacho cursaba la carrera eclesiástica. Esa situación provocó que la familia se embarcara hacia Buenos Aires ese mismo año, trasladándose luego a Pehuajó, mientras que José era enviado por su Orden a purgar la falta en Asia. Berta, por su parte, partió en 1893 con su pequeño para la Argentina.
Finalizado el castigo, José quiso reencontrarse con Berta, pero la oposición de su madre le impidió concretar su deseo de casarse con su prima y reconocer al hijo.
Este relato está sostenido únicamente en testimonios orales, pues las pruebas documentales -cartas de Berta dirigidas a José, etc.- habrían sido guardadas en un cofre hasta 1980, cuando fueron quemadas por ignorarse su importancia.[9]

Leyendas post-Medellín
·         El sobreviviente
En la década del 40 cundió en Buenos Aires el rumor de que se había visto a Carlos Gardel desfigurado (producto del accidente) pero vivo, y “vagabundeando por Colombia o América Central con su guitarra, cantando en bares y cafés de mala muerte”.
En 1969 Pristo Copeza y Eliazul Ruiz, miembros de un conjunto musical venezolano relataban, en una visita a la Argentina, un rumor que les había llegado, en el cual se decía que el cantor contaba con ochenta y tres años de edad, y vivía, “sin nariz, sin mandíbula inferior y la boca contrahecha, en una hacienda al norte de Colombia o en una tribu de la selva colombiana”.
Un tal Carlos Ernesto Ezcúrrega coincidía. Aseguraba que Gardel vagaba, desmemoriado y deforme, por los montes colombianos. El hombre basaba su información en el hecho de que él era nada menos que el hijo, y que aquél solía enviarle dinero. Coincidentemente, una persona aprovechó para aparecer cantando encapuchado, asegurando ser el cantor. Poco después se supo que era un impostor.[10]

·         Las viudas e hijos de Gardel (o “el síndrome de Anastasia”)
Las viudas
En 1972 el músico Cristino Tapia dio una explosiva entrevista, en la que aseguraba que Gardel había tenido un casamiento secreto con Isabel del Valle, su novia oficial: “Poco después de haber sido presentados, Isabelita se quedó a vivir con él. Al día siguiente de esta vertiginosa decisión aparecerían por el departamento del cantor los hermanos de Isabel con un oficial de Justicia y dos testigos para corroborar que Gardel había deshonrado a Isabelita, que entonces era menor”.
Acorralado, Gardel cedió a la imposición de los del Valle y se casó con la joven. El cantor debía, además, comprarles una casa y darles una importante suma de dinero.
¿Qué sucedió tras el deceso de Carlos con la herencia que le hubiera tocado a Isabel? Esto también tendría una explicación: tras Medellín, los derechos sobre las canciones pasaron efectivamente a ser de su propiedad pero ella, por consejo de sus hermanos, los vendió a Razzano, antiguo compañero de Gardel. La versión no prosperó.
 Otro caso involucra a Estrellita Rigel, mencionada anteriormente. Al día siguiente de la muerte de Gardel, la mujer había ido al Middletown Hotel, última residencia neoyorquina del artista, y tras dejar una carta en la que declaraba que ella y el cantor habían tenido una relación, intentó suicidarse.
Décadas más tarde, Estrellita volvió a ser localizada. En esta ocasión, contó con más detalles su relación con Carlos Gardel, asegurando que se habían casado “por registro civil en Nueva York, Columbus Circus, en 1934. Él me prometió regresar y casarnos en la iglesia San Patrick y hacer una gran fiesta”. Habrían formalizado la relación cuando Gardel se hallaba filmando El día que me quieras. Tras el frustrado intento de suicidio, la vida posterior de Estrellita fue de constantes sinsabores, pasando los últimos años de su vida internada en un hospicio.
Los hijos
El periodista Julio Jorge Nelson –bautizado popularmente como “la viuda de Gardel”, por su obsesión con el cantor- recordaba que “cuando Gardel murió, frente a su casa del Abasto había una cola de madres con chicos en brazos; todas gimoteaban asegurando que eran hijos del cantor”. Las exigencias –estériles en todos los casos- iban desde el reconocimiento, otorgamiento de una parte de la herencia, o simple acceso a la prensa.
El tema volvió a aparecer en forma periódica. Hacia fines de la década del cuarenta, el cantor José Ricardo Ricarded juraba ser hijo del artista. Su muerte, acontecida también un 24 de junio, pero de 1950, no hizo más que incrementar el misterio.
En los ´60 fue el turno de Gladys Díaz Fernández de Romero. Su testimonio incluía una carta, supuestamente de puño y letra del artista. Según la joven, sus padres se habían conocido en Montevideo, en una de las veces que Gardel actuó en aquella ciudad. Cada vez que Carlos pasaba por allí, la relación se reanudaba “con la violencia de la juventud y la desesperación de quienes comprenden que es poco el tiempo de que disponen para estar juntos”.
Gladys decía que la última vez que la pareja se vio había sido en marzo de 1935, en Montevideo... ciudad que Gardel no visitaba desde 1933. Tres meses después del “encuentro”, el cantor murió en Medellín y ella nació casi medio año más tarde.
Un dato para agregar. Gladys aseguraba que su hermano –de nombre Carlos Irineo- también era hijo de Gardel. Esto aduciría a otro rumor que circuló en los '60, y que refería a la relación entre Gardel e Irineo Leguisamo, el jockey uruguayo. La amistad entre ambos era tan estrecha, que algunos periodistas sostuvieron que un lazo sanguíneo era el motivo. El propio Leguisamo desestimó la versión, diciendo que Gardel había sido como un hermano para él, aunque “sin ser de sangre”.
En 1973 hizo su aparición César Gardel, nacido en algún país latinoamericano. Se decía nieto del Zorzal. Contaba entonces veintiséis años y no vino a la Argentina –aunque ése era su deseo- por la advertencia de un actor argentino que conoció de gira, quien le habría aconsejado no presentarse como descendiente del cantor.
Miguel Mamone -hijo del doctor Mamone- aseguraba que “Una vez que una ñata quiso endilgarle a Gardel un embarazo, el Morocho, que sospechaba el engaño y dudaba de sus posibilidades de ser padre, le pidió a mi viejo que le hiciera un análisis. El resultado fue que Gardel si bien era potente y viril, no podía ser padre”.

·         Gardel el fantasma
No han faltado testimonios a lo largo del tiempo que aseguren haber visto u oído al fantasma de Carlos Gardel.
En 1958 la leyenda llegó hasta los medios de prensa, cuando vecinos de Villa Ballester afirmaron que Carlos Gardel había aparecido por el barrio.[11] Al parecer, al dar la medianoche, la figura del cantor surgía en el mirador de una casa antigua y cantaba “Mi Buenos Aires querido”. Alimentos que desaparecían sin explicación, una dama de negro y un automóvil oculto se agregaron al misterio. Nunca se pudo descubrir el origen de las apariciones y poco después la prensa desestimó el caso.[12]
Un año antes, la prensa porteña se hizo eco del testimonio del cubano Emilio Ramil –conocido como “el Gardel cubano”-, quien reconocía contactos de ultratumba con el cantor. El más significativo de ellos ocurrió cuando se hallaba en Buenos Aires, y el fantasma le habría advertido sobre una mujer con la que estaba vinculado sentimentalmente. “Carlitos se me apareció en sueños y cantó para mí: ‘Hoy un juramento, mañana una traición...’. Nada más; yo entendí la advertencia y la aventura terminó”.
Otra artista que reconoció la presencia sobrenatural del cantor fue Libertad Lamarque. La actriz aseguraba haber escuchado y percibido la presencia de Gardel por los micrófonos de una radio montevideana, muchos años después del accidente de Medellín.


Gardel (al medio) y Piazolla (el niño), en una escena de "El día que me quieras" (1934)

También por entonces se dio uno de los casos más extraños relacionados al fetichismo gardeliano, aunque no remita específicamente a la leyenda del fantasma. En esa oportunidad, el involucrado era el bandoneonista Astor Piazzolla. Cuando Gardel arribó a la ciudad de Nueva York en la década del ´30 Vicente, padre de Ástor, le obsequió un muñeco tallado en madera. Al partir, Gardel se lo llevó consigo.
Décadas después, Andrés D´Aquila se encontró con Piazzolla y le comentó que “caminando por el Greenwich Village, encontré en un negocio que estaba en un sótano, un muñeco todo quemado, todo chamuscado, con un cartel debajo que decía MUÑECO QUE PERTENECIÓ A UN CANTOR ARGENTINO”. D´Aquila, sin efectivo en ese momento, volvió al día siguiente para comprarlo. El muñeco había sido vendido. Piazzolla imaginó varias veces que alguien localizaba la talla y se comunicaba con él, pero nunca sucedió.
La idea del fantasma tiene un gran potencial. Así lo entendieron en la productora de Eliseo Álvarez que, mediante recursos de archivo y montaje, dieron “vida” a Gardel para un especial de televisión. En dicho programa, el conductor Roberto Maidana iba tejiendo la historia del artista, ayudado por Carlos, proveniente del “más allá”.
Otros testimonios sindican un lado más oscuro de la leyenda. Según un documental emitido por el Canal Infinito, investigadores habrían logrado descubrir que si se pasaban ciertos discos de Gardel al revés, éstos revelaban todos los detalles del accidente de Medellín.
La idea de un Gardel enojado con el reemplazo del viejo Mercado de Abasto por un shopping también ha sido frecuente en los últimos años, como lo muestran los trabajos de Eduardo González y Natalia Land Smeke. En esta dirección, en los primeros años del nuevo milenio circuló por los pasillos del Shopping Abasto un fuerte rumor, el cual sostenía que el espectro de Gardel rondaba por las galerías. Para mostrar su disgusto, ingresaba en las librerías y desparramaba todos los libros relacionados con su persona. El hecho, en principio jocoso, generó disgustos entre los empleados y el personal de limpieza, pues nunca se pudo descubrir la causa que motivaba la caída de los ejemplares.

GARDEL, HOY

Hacia fines de la década del 90, la figura de Gardel salió de su largo eclipse, merced a dos fenómenos exógenos: el resurgimiento mundial del tango, y la irrupción de las nuevas tecnologías de comunicación.

Bienvenidos, Welcome, Benvenuto
En 1996, el empresario Eduardo Eurnekian compró la casa de Jean Jaures, cediéndola luego al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con el propósito de que se realizara un museo. Hacia fines de 2002 la Dirección General de Museos comenzaría a realizar la restauración y, con el esfuerzo de diversas asociaciones gardelianas y coleccionistas, el lugar comenzó a poblarse con objetos pertenecientes al artista: fotos, su libreta de calificaciones, algunas cartas, etc. El museo, si bien aún no cuenta con muchas actividades, es crecientemente visitado por el turismo.
 
Un Gardel cibernético
Un segundo aspecto importante es la tecnología. Por un lado, la remasterización y digitalización de sus trabajos discográficos y películas despierta la curiosidad entre oyentes y músicos de las nuevas generaciones, así como también ha facilitado la tarea de los investigadores.
Por otro lado, y a través de internet principalmente, se han puesto en juego una serie de fuentes de primera mano (documentos, fotografías, escritos, reportajes, etc.), que hasta ahora tenían un acceso restringido o defectuoso.
 
¿Resurge el debate?
            Una faceta inesperada que apareció en los últimos tiempos es la reapertura de la polémica sobre el lugar de nacimiento de Gardel. La posibilidad de trabajar con medios informáticos ha permitido una velocidad de acceso y respuesta impensada hace pocos años.
Asimismo, una persona no precisa tener avales académicos para exponer sus trabajos y opiniones. Simplemente, a través de un sitio en Internet, o el correo electrónico, presenta hallazgos y opiniones. Dicho sistema ha traído aparejadas ventajas y dificultades por igual, pues no son pocos los casos de personas que se ocupan más de la descalificación del litigante que de la búsqueda de pruebas. Así planteadas las cosas, el debate ha llegado a niveles que a veces bordan lo irrisorio, como muy bien lo han planteado algunos cuentistas.[13]

CONCLUSIONES

Hemos llegado al final del recorrido. Quisimos presentar una faceta menos conocida de quien fuera el más importante artista popular rioplatense del siglo XX.
Al finalizar este trayecto, no obstante, la duda persiste. ¿Quién fue, quién es Carlos Gardel? ¿Un paradigma de la modernidad, un simple artista, un héroe, una leyenda popular o una construcción mediática?

Todas las respuestas son válidas, y ninguna. Reflexionar por qué, a más de siete décadas de su muerte, aún sigamos hablando, pensando y emocionándonos con él, se parece a aquellos enigmas orientales de cinco mil años de existencia: no hay una respuesta. Su función es la de invitarnos a pensar sobre nuestro lugar en el mundo.

Bibliografía

Barsky, Julián y Osvaldo Barsky
-           2004, Gardel la biografía, Taurus, Buenos Aires.
Carlini, Sabrini
-2003, “Cada día se lo ve mejor”, en Revista Todo es Historia, No431, junio, Buenos Aires.
Dujovne Ortiz, Alicia
-           2003, “Talones de Aquiles”, en Revista Lamujerdemivida, año 1, No7, Buenos Aires.
Jung, Carl Gustav
-           2003, Los arquetipos de lo inconsciente colectivo, Trotta, Madrid.
González, Jorge
- 2005, El fantasma de Gardel ataca el Abasto, Colección: Torre de papel, Editorial Norma, Buenos Aires.
Land Smeke, Natalia
-          (s/f), Un fantasma en el Shopping, finalista del Concurso de Relatos C.C. y de Ocio Los Molinos, Andalucía, España.
Peluso, Hamlet y Eduardo Visconti
-           1990, Carlos Gardel y la prensa mundial, Corregidor, Buenos Aires.
Gardes, Elena Irene
-           1995, Carlos Gardel y la raíz de mi genealogía, Corregidor, Buenos Aires.
González Olascuaga, Joselo
-           Asesinato en el Congreso Gardeliano, citado en http://www.uruguay2030.com/LaOnda/101-200/183/Novela1.htm.
Veiman Mejía, Óscar

- “Gardel, recuerdo vivo en Supía, Riosucio y Anserma”, en La Patria, Colombia.

Diarios y Revistas
Boletín del Comité Gardeliano, California.
Crónica, Buenos Aires.
Daily News, New York.
El diario nacional, Bogotá.
El Telégrafo, Paysandú, Uruguay.
Noticias Gráficas, Buenos Aires.
Revista Antena, Buenos aires.
Revista Cancionera, Montevideo.
Revista El Gráfico, Buenos Aires.
Revista Puerto Rico Ilustrado, San Juan de Puerto Rico.
The New York Times, New York.

Material televisivo:
Carlos Gardel en televisión. Producido por Eliseo Álvarez y conducido por Roberto Maidana. Canal América 2, Buenos Aires, Argentina, 1995.
Gardel X. Mito, misterio y realidad. Canal Infinito. Buenos Aires, Argentina, 2002-2006.
            Agradecimientos:
A Flavio Pontoni, por su trabajo sobre Gardel en Villa Ballester.
A Ana Turón, por su exhaustiva base bibliográfica.

Anexo I
Curiosidades gardelianas
Libros escritos sobre Carlos Gardel en el mundo: 300.*
Por país: Argentina 133, Uruguay 46, España 34, Colombia 16, Chile 10, Francia 8,
Italia 4, Puerto Rico 4, México 3, Estados Unidos 3, Venezuela 2, Alemania 2, Brasil 2,
Cuba 2, Inglaterra 1, Ecuador 1, Bolivia 1.
*Los cálculos son estimativos, basados en el trabajo de Ana Turón (Ver www.quienesgardel.com.ar) y archivos del autor.

Filmes basados o inspirados en la figura de Gardel:

La guitarra de Gardel (1949). Dir: León Klimovsky.
La historia del tango (1949). Prod: Cosmos.
He nacido en Buenos Aires (1959). Dir: Francisco Mugica.
Imágenes del pasado (1961). Cortometraje. Dir: Guillermo Fernández Jurado.
La vida de Carlos Gardel (1939). Dir: Alberto de Zavalía.
Se llamaba Carlos Gardel (1949). Dir: León Klimovsky.
El morocho del Abasto (La vida de Carlos Gardel) (1950). Dir: Julio C. Rossi.
Soy del tiempo de Gardel (1954). Dir: Homero Cárpena.
He nacido en Buenos Aires (1959). Dir: Francisco Mugica.
Sábado a la noche, cine (1960). Dir: Fernando Ayala. 
Alias Gardelito (1961). Dir: Lautaro Murúa.
Carlos Gardel, historia de un ídolo (1964). Dir: Solly.
Recordando al Zorzal (1965).
Hasta siempre Carlos Gardel (1973). Dir: Ángel Acciaresi.
El exilio de Gardel (Tangos) (1985). Dir: Fernando Solanas.
Gardel, el alma que canta (1985). Dir: Carlos Orgambide.
100 años de Carlos Gardel (1989). Dir: Gustavo Cova.
El día que Maradona conoció a Gardel (1995). Dir: Rodolfo Pagliere.

Películas que incluyen canciones interpretadas y/o compuestas por Gardel:
Volver (2006) ("Volver").
Apolônio Brasil, Campeão da Alegria (2003) ("El Día Que Me Quieras").
Frida (2002) ("Soledad").
El Espinazo del diablo (2001) (“Una lágrima", "Yo no sé que me han hecho tus ojos").
Diario para un cuento (1998) ("Rubias de New-York", "Lejana tierra mia").
Tango, no me dejes nunca (1998) ("Arrabal amargo").
El Seductor (1995) ("Volver", "Por una cabeza").
Il Postino (1994) ("Madreselva").
True Lies (1994) ("Por Una Cabeza").
Scent of a Woman (1992) ("Por una cabeza").
Les Mots pour le dire (1983) ("Adiós Muchachos").
Cabezas cortadas (1970) ("Cuesta abajo").
Pelusa (1961) ("Melodías de arrabal").
Pecado de amor (1961) ("El día que me quieras").

Anexo II

Gardel y la prensa

Su lugar de nacimiento
·         “Gardel: –Puedo decir que mi país es la Argentina.
Periodista: –¿Pero nació usted allí?
G: –No creo que esto interese verdaderamente...
P: –Se dice que es usted uruguayo.
Y Gardel sonríe. Pide que no se toque el punto. Pero, cuando ya pecando de atrevidos preguntamos: ¿Es usted entonces, francés?
G: –No amigo... Soy rioplatense...” (Cancionera, 11-1931).
·         “Soy porteño como dicen en mi país. Nací en Buenos Aires y (riéndose) no quiero recordar la fecha” (Puerto Rico Ilustrado, 6-4/ 1935).
·         “Un artista, un hombre de ciencia, no tienen nacionalidad. Un cantor tampoco; es de todos y sobre todo su patria es donde oye aplausos, pero, ya que insiste: uruguayo, nacido en Tacuarembó” (El Telégrafo, 26-10/1933).
Su edad*
·         ”Tengo cuarenta y cinco años. Así, pues, me encuentro en la mejor edad, ya que ella es la que señala la plenitud de las facultades artísticas” (Antena, 18-3/1933).
·         “Su representante Le Pera, nos dice al oído ‘Aunque Ud. no lo crea, el muchacho tiene treinta y seis’” (Puerto Rico Ilustrado, 6-4/1935).
*Gardel nació el 11 de diciembre de 1890.

Su infancia*
·         “Fue alumno del Colegio Nacional, donde cursó hasta el quinto año, aprendió idiomas, estudió canto... y un buen día hizo alegrar el hogar de sus mayores cantando con armoniosa voz una vieja zarzuela que le recordaba a sus padres cosas de otros tiempos” (El Gráfico, 23/6-1928).
*Gardel comenzó los estudios en la Escuela Superior de la calle Talcahuano 678. Luego asistió a la Escuela Elemental N° 2 del 6º Distrito (Libertad 455) y al Colegio Pío IX, finalizando el sexto grado en el San Estanislao (Tucumán 2646). Gardel no realizó estudios secundarios.

Sus primeras giras y el debut*
·         “Volvimos con una punta de mangos. No me acuerdo bien, pero creo que me pude hacer un traje a medida y todo” (Noticias Gráficas, 21/8-1933).
·         “Siendo muchacho hice mi debut en el teatro Nacional de Buenos Aires. El público me dispensó mejor acogida de lo que yo soñaba. Pronto me vi solicitado de diversos sitios e hice un recorrido por mi patria” (Puerto Rico Ilustrado, 6/4-1935).
*Las primeras giras de Gardel fueron en la provincia de Buenos Aires. Debido al fracaso económico y la deserción de varios de sus compañeros, él y Razzano –luego compañero artístico- debieron volverse anticipadamente.
Sus primeras actuaciones “profesionales” fueron, probablemente, en el O´Rondeman, fonda ubicada en la zona del Abasto, donde el cantor actuaba a cambio de comida.

Sus triunfos en Europa*
·         “Fue en París donde, merced al trato cotidiano con brillantes figuras del arte y de las letras, mi espíritu aquilató su sensibilidad, logrando obtener triunfos resonantes en la ópera y participar en varias revistas que se presentaban en los primeros teatros y cantar en los mejores cabarets. En esa época, en unión con un amigo, montamos un lujoso cabaret que, en breve, se tornó en centro predilecto de los millonarios, mereciendo también ser visitado por los nobles de Europa y por muchos príncipes de Oriente” (El diario nacional, 18/6-1935).
·         “Estuve catorce años en Europa, casi todo el tiempo en París, a excepción de mis cortas tournées por Inglaterra, Alemania, España y Austria” (Puerto Rico Ilustrado, 6-4/1935).
*Gardel actuó en Europa exclusivamente en Francia y España, especialmente entre 1927 y 1932. No tuvo teatros ni cabarets propios.

Anexo IV

Su testamento ológrafo:

“Este es mi testamento. En esta ciudad de Buenos Aires, el día 7 de noviembre de 1933, encontrándomen en pleno goce de mis facultades intelectuales otorgo éste mi testamento ológrafo, disponiendo en él mis bienes para después de mi fallecimiento, en la siguiente forma: primero, soy francés nacido en Toulouce el día 11 de diciembre de 1890 y soy hijo de Bertha Gardés; segundo, hago constar expresamente que mi verdadero nombre y apellido son Carlos Romualdo Gardés, pero con motivo de mi profesión de artista he adoptado y usado siempre el apellido Gardel y con ese apellido soy conocido en todas partes. Así mismo hago constar que las cuentas que tengo en los bancos, expresamente en el Banco de la Nación Argentina, así como mis títulos de propiedad y demás papeles figuran invariablemente con mi nombre y apellido de adopción, o sea Carlos Gardel; tercero, soy de estado soltero y no tengo hijos naturales; cuarto, no debo suma alguna y perdono todo lo que me deben”.



[1] La bala encontrada había sido producto de un enfrentamiento ocurrido en 1915. En dicha ocasión, Gardel y unos amigos se hallaban celebrando en el cabaret “Palais de Glace” de Buenos Aires, cuando fueron provocados por un grupo de jóvenes, ocasión que aprovechó Roberto Guevara –uno de los agresores- para sacar un arma y disparar contra Gardel. El cantor fue revisado en el hospital Ramos Mejía, donde se decidió no desalojarle la bala, pues su salud no corría peligro.
[2] Con respecto a la cédula que sindicaba al cantor como nacido en el Uruguay, diversos trabajos han probado sus orígenes fraudulentos. Gardel lo gestionó para poder desenvolverse en caso de realizar viajes a Europa, cosa que efectivamente sucedería. Dicho documento fue expedido en Buenos Aires por el Consulado uruguayo a través de amigos del cantor, sobre la base de una mera declaración testimonial, sin que constara copia del acta de nacimiento en Tacuarembó por no requerirlo la legislación uruguaya que regulaba la expedición de documentos en el exterior.
[3] Actualmente hay una placa en la esquina con una leyenda que reza: “En esta casa permanecieron por una noche las cenizas de Carlos Gardel, el rey del tango, quien vivió entre 1890 y 1935. Su voz quedó para siempre en el alma popular”.
[4] La tradición oral agrega a los hechos anteriormente narrados,  larguísimas filas de pobladores tratando de ver el cuerpo sin vida, infinitos homenajes, declaratorias de huésped de honor, heroicos trayectos en mula, bus, camión y hasta a pie.
[5] Aquella no sería la morada final del cantor. Tras el entierro, la Comisión decidió construir un mausoleo, para lo que realizó gestiones oficiales y una colecta pública, con la que se contrató al escultor Manuel de Llano, y meses después la obra estuvo concluida. El 6 de noviembre de 1937 se trasladaron los restos de Gardel, y al día siguiente el mausoleo quedó oficialmente inaugurado.
[6] Véase Jung, 2003.
[7] No podemos dejar de mencionar a Jorge Favetto (fallecido), Néstor Larco, Horacio Loriente, Boris Puga, Fabio Cernuda, Rubén Carlos Gonzalo, Sebastián Carlos Pastorino “Goyito”, José Pedernera y Julián Miró.
[8] Sobre el ingreso al país de Gardel en 1893, por ejemplo, si actualmente se buscara el registro en el organismo oficial correspondiente, no se lo encontraría. Uno de los mayores estudiosos de la presencia de Gardel en el interior del país nos refirió en una ocasión que él estuvo presente en el momento en que, en 1980, un periodista ya fallecido arrancó la página correspondiente al ingreso de Berta y su hijo en la Dirección Nacional de Migraciones de la República Argentina.
[9] Una reciente investigación de la Agrupación Carlos Gardel de Toulouse ha probado que Vital Gardes y Louis Gardes no eran hermanos, con lo cual toda la versión se vuelve definitivamente inconsistente (Véase Carlos Gardel. Lupic, J. 2004. http://www.gardelweb.com).
[10] Flash, 20 de junio de 2000.
[11] Hacia fines de los ´90, una versión similar comenzó a circular entre los colegios del Abasto. En este caso, la casa en ciernes se hallaba cercana a la de vieja propiedad de Gardel. El “Morocho” surgía en medio de las sombras durante la noche, entonando algunas de sus canciones.
[12] Según nos contó Flavio Pontoni, vecino de la zona, la cuestión habría sucedido así: a finales de los años 50, vivía en el barrio un hombre que era tan fanático de Gardel que se vestía y se peinaba como él. Un día, la barra de amigos decidió hacerle una broma, haciéndole creer que el famoso cantor estaba refugiado en las cercanías. Para tal fin, le llevaron a la vereda de una casa que pertenecía a uno de ellos y, simultáneamente, otra persona que estaba escondida en ese lugar, encendió un gramófono con discos de Gardel. El hombre, emocionado, empezó a divulgar el suceso entre sus conocidos. Al poco tiempo, verdaderas multitudes peregrinaban hacia la casa, e incluso llegaron a venir en trenes charter desde Rosario. Los amigos, acobardados por la repercusión del hecho, decidieron guardar silencio para evitar represalias.
[13] Véase González Olascuaga, Asesinato en el Congreso Gardeliano (citado en http://www.uruguay2030.com/LaOnda/LaOnda/101-200/183/Novela1.htm).

1 comentario:

  1. ¡Qué bueno!, compré esta revista de Todo Es Historia cuando fui a Buenos Aires el pasado diciembre. Esta bueno tenerla tamibién en versión digital, para consultarla.

    Saludos!

    Marcelo O. Martínez

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