Cuando el 24 de junio de 1935 se estrella en Medellín el avión en que viajaba Carlos Gardel, la noticia conmueve al mundo. A la difusión masiva de sus discos, se había sumado desde 1931 la gran repercusión popular de sus películas. Todo ello eclosionó en la gira que había emprendido por Latinoamérica, y que acabaría inesperadamente en Colombia, provocando convocatorias populares nunca antes registradas, y que sólo volverían a registrarse con la aparición de los Beatles.
¿Cuáles fueron las circunstancias que hicieron posible semejante fenómeno? ¿Cómo construyó este artista el tango cantado, música de fusión de definida presencia internacional? ¿Cómo el pequeño inmigrante francés logró sintetizar en la cosmopolita Buenos Aires de comienzos del siglo XX la extraordinaria oferta musical sustentada en las migraciones internacionales y nacionales que se desparramaron por las salas de espectáculos de la ciudad? ¿Cómo se lanzó a la conquista de los principales centros internacionales, y logró imponerse como uno de los grandes referentes del canto popular?
jueves, 17 de marzo de 2011
jueves, 10 de marzo de 2011
VARGAS LLOSA Y CARLOS GARDEL: EL SÍMBOLO DE UNA ÉPOCA
VARGAS LLOSA Y CARLOS GARDEL: EL SÍMBOLO DE UNA ÉPOCA
“Como en su patria, como en el resto de América Latina y buen aparte del mundo, Gardel fue, también en el Perú, el símbolo de una época. Peruanos de todos los sectores sociales, de todas las regiones, aprendieron sus canciones, lo reverenciaron y lloraron. Medio siglo después siguen recordándolo y cantándolo”. (Mario Vargas Llosa, 1986)
Con motivo de la visita del flamante premio nobel de literatura el escritor Mario Vargas Llosa, se nos ocurrió escribir un artículo sobre los vínculos, si los había, entre
el autor peruano y Carlos Gardel.
La relación de amor entre el pueblo peruano y el máximo cantor del tango es más antigua de lo que se sospecha. En el año 1912 Federico Barreto -poeta peruano nacido en Tacna- editó un poemario titulado “Algo Mío” en la librería francesa de Emilio Rosay. Esta obra literaria contenía un soneto titulado “Queja a Dios”, el cual fue obsequiado por un conocido al dúo Gardel-Razzano cuando éste se encontraba realizando una pequeña gira artística por el puerto de Valparaíso-Chile, hacia 1917. Según las palabras de Raul Alvarez-Russi –estudioso del tema-, “a los cantores les gustaron los versos y Gardel le puso música. Sin saberlo estaba creando un vals peruano, lo rebautizó como “Ay Aurora” editando la pieza para piano y canto, grabándola en disco de pizarra para el sello ODEON-Nacional, surco en el cual Gardel hace la segunda voz”.
La admiración del mundo artístico peruano hacia Gardel ha continuado, en forma irregular, a lo largo de los años. En su último CD, el folklorista costeño Abelardo Vásquez, le dedicaba un vals peruano titulado “A Carlos Gardel”, y en el 2004, el poeta Germán Sunico Bazan le dedicó una décima, cuya réplica se enmarcaría en un cuadro artístico con la foto del Zorzal y sería donada por intermedio del Centro Peruano de Historia y Cultura de Miami al Museo “Casa Carlos Gardel” en Buenos Aires, donde estuvo expuesto.
La relación entre Mario Vargas Llosa y Gardel es algo más puntual. Si bien el autor no tiene un vínculo tan fuerte con el tango como el que podría atesorar García Marquez por decir un caso, el vínculo existe.
En el año 1986 Jorge Gottling, por entonces periodista del Diario Clarín emprendieron la tarea de crear un libro en blanco llamado “Gardel 50 años después”, precisamente en homenaje a los cincuenta años de desaparición física del autor. Dicho libro estaba destinado a recopilar mensajes manuscritos de personalidades de diversas ciudades, entre ellas París, New York y Bogotá. Alvarez-Russi fue el encargado de llevar una de las copias a Perú. De este modo, el periodista logró contactarse con una serie de personalidades peruanas, entre las que se destacaba Mario Vargas Llosa.
En dicha ocasión, el autor de “Conversaciones en la catedral” escribió en el libro a manera de prólogo:
“Como en su patria, como en el resto de América Latina y buen aparte del mundo, Gardel fue, también en el Perú, el símbolo de una época. Peruanos de todos los sectores sociales, de todas las regiones, aprendieron sus canciones, lo reverenciaron y lloraron. Medio siglo después siguen recordándolo y cantándolo”.
Vargas Llosa llenando el libro "Gardel 50 años después".
A su lado, Raúl Alvarez-Russi
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Los libros se fueron llenando. Un año después, la entrega del libro donde figuraba la rúbrica de Vargas Llosa, se hizo efectiva. En dicha ocasión, la Fundación La Casa del Tango de Buenos Aires -que la precedía Osvaldo Pugliese- organizó la ceremonia en la cual Raúl Alvarez-Russi presentó el trabajo con las correspondientes firmas de las figuras peruanas.
Fuentes:
Alvarez-Russi, Raúl, Carlos Gardel y el Perú.
Disponible en web: http://www.buenosairesantiguo.com.ar/carlosgardel17.html
Alvarez-Russi, Raúl, Premio nobel de literatura para el escritor peruano Mario Vargas Llosa. Associazione Italo-peruviana.
domingo, 6 de marzo de 2011
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y CARLOS GARDEL: CIEN AÑOS DE COMPAÑÍA
Por Julián Barsky*
Con motivo de cumplirse este 6 de marzo una nueva fecha del nacimiento del premio Nóvel de literatura, el colombiano Gabriel “Gabo” García Márquez, nos pareció interesante buscar material que vinculara al escritor con Carlos Gardel. Para ello nos hemos apoyado básicamente en dos trabajos previos, el de Miguel Unamuno y el de Luciano Londoño López, ambos reconocidos académicos. García Márquez ha visitado en varias ocasiones la Argentina –país del que se reconoce “enamorado”-, y en algunas entrevistas ha llegado a reconocer su admiración por el cantor del tango. Más allá de las entrevistas, la figura de Carlos Gardel –y el tango, aunque esto último no lo veremos aquí- aparece mencionada en diversas obras del escritor.
Carlos es nombrado por primera vez en la novela El amor en los tiempos del cólera, trabajo editado en 1985, en un diálogo entre Florentino Ariza y su médico:
“De pronto, el médico cambió de tema de un modo abrupto. -¿Le gusta la música? “Lo tomó por sorpresa. En realidad, Florentino Ariza asistía a cuanto concierto o representación de ópera se daban en la ciudad, pero no se sentía capaz de sostener una conversación crítica o bien informada. Tenía la sangre dulce para la música de moda, sobre todo los valses sentimentales, cuya afinidad con los que él mismo hacía de adolescente, o con sus versos secretos, no era posible negar. Le bastaba con oírlos una vez de pasada, para que luego no hubiera poder de Dios que le sacara de la cabeza el hilo de la melodía durante noches enteras. Pero esa no sería una respuesta seria para una pregunta tan seria de un especialista. -Me gusta Gardel -dijo. El doctor Urbino lo entendió. “Ya veo -dijo-. Está de moda” (pág. 261).
Esta referencia le valdrá al escritor algunos reproches por parte de seguidores de Gardel –entre ellos, Lodroño López-, quienes le reprocharon el hecho de poner al cantor en Colombia en una novela ambientada en 1914. “Para mí esas cosas de historiadores no me interesan verdaderamente –se defendía García Márquez-. Gardel es un ídolo enorme en Colombia, muy querido y venerado (…) y su fama empezó muy temprano. Quizás diez años después, pero eso no importa; no hay nada de malo en forzar un poco la historia y poner allí a Gardel”.
En su libro de memorias, Vivir para contarla (Buenos Aires, Sudamericana, 2002), García Márquez vuelve a incluir la figura de Gardel. En este caso, y haciendo referencia a su infancia, lo describe así: “Hasta donde recuerdo, mi vocación por la música se reveló en esos años por la fascinación que me causaban los acordeones con sus canciones de caminantes. Algunas las sabía de memoria, como las que cantaban a escondidas las mujeres de la cocina porque mi abuela las consideraba canciones de la guacherna. Sin embargo, mi urgencia de cantar para sentirme vivo me la infundieron los tangos de Carlos Gardel, que contagiaron a medio mundo. Me hacía vestir como él, con sombrero de fieltro y bufanda de seda, y no necesitaba demasiadas súplicas para que soltara un tango a todo pecho. Hasta la mala mañana en que la tía Mama me despertó con la noticia de que Gardel había muerto en el choque de dos aviones en Medellín. Meses antes yo había cantado Cuesta abajo en una velada de beneficencia, acompañado por las hermanas Echeverri, bogotanas puras, que eran maestras de maestros y alma de cuanta velada de beneficencia y conmemoración patriótica se celebraba en Cataca. Y canté con tanto carácter que mi madre no se atrevió a contrariarme cuando le dije que quería aprender el piano en vez del acordeón repudiado por la abuela” (pp. 116-117).
Más adelante, puede leerse: “Otra conquista de aquella época fue el permiso de mi padre para ir solo a la matiné de los domingos en el teatro Colombia. Por primera vez se pasaban seriales con un episodio cada domingo, y se creaba una tensión que no permitía tener un instante de sosiego durante la semana. La invasión de Mongo fue la primera epopeya interplanetaria que sólo pude reemplazar en mi corazón muchos años después con la Odisea del espacio, de Stanley Kubrick. Sin embargo, el cine argentino, con las películas de Carlos Gardel y Libertad Lamarque, terminó por derrotar a todos” (pág. 159).
Y luego: “Hasta entonces, lo único que el mundo entero sabía de Medellín era que allí había muerto Carlos Gardel, carbonizado en una catástrofe aérea. Yo sabía que era una tierra de grandes escritores y poetas” (pág. 527).
Londoño López encuentra una última referencia en Memoria de mis putas tristes, uno de los últimos trabajos del colombiano, publicado en 2004: "Cantábamos...boleros de Agustín Lara, tangos de Carlos Gardel, y comprobábamos una vez más que quienes no cantan no pueden imaginar siquiera lo que es la felicidad de cantar” (pág. 62).
Llegamos al final de nuestro pequeño trabajo de recopilación. Esperemos que lo hayan disfrutado. Y aprovechamos la ocasión para enviar un feliz cumpleaños a García Márquez, una de las voces más queridas de nuestra literatura.
*Este artículo puede usarse libremente. Únicamente le pedimos que cite la fuente. Gracias!
Fuentes:
Chandler, S. El amor en tiempos de cólera, Crítica al film, 2008. Disponible en web: http://www.cinesargentinos.com.ar/pelicula/2150-el-amor-en-tiempos-del-colera/
Londoño López, L. El tango y Gardel en la obra de Gabriel García Márquez, Medellín, 11 de abril de 2008. Disponible en web: http://www.otrolunes.com/hemeroteca-ol/numero-09/html/este-lunes/este-lunes-n09-a03-p01-2009.html
Unamuno, M. Comunicación Académica N° 1573, Buenos Aires, 13 de noviembre de 2002. Disponible en web: http://geocities.ws/lunfa2000/1573.html
Con motivo de cumplirse este 6 de marzo una nueva fecha del nacimiento del premio Nóvel de literatura, el colombiano Gabriel “Gabo” García Márquez, nos pareció interesante buscar material que vinculara al escritor con Carlos Gardel. Para ello nos hemos apoyado básicamente en dos trabajos previos, el de Miguel Unamuno y el de Luciano Londoño López, ambos reconocidos académicos. García Márquez ha visitado en varias ocasiones la Argentina –país del que se reconoce “enamorado”-, y en algunas entrevistas ha llegado a reconocer su admiración por el cantor del tango. Más allá de las entrevistas, la figura de Carlos Gardel –y el tango, aunque esto último no lo veremos aquí- aparece mencionada en diversas obras del escritor.
Carlos es nombrado por primera vez en la novela El amor en los tiempos del cólera, trabajo editado en 1985, en un diálogo entre Florentino Ariza y su médico:
“De pronto, el médico cambió de tema de un modo abrupto. -¿Le gusta la música? “Lo tomó por sorpresa. En realidad, Florentino Ariza asistía a cuanto concierto o representación de ópera se daban en la ciudad, pero no se sentía capaz de sostener una conversación crítica o bien informada. Tenía la sangre dulce para la música de moda, sobre todo los valses sentimentales, cuya afinidad con los que él mismo hacía de adolescente, o con sus versos secretos, no era posible negar. Le bastaba con oírlos una vez de pasada, para que luego no hubiera poder de Dios que le sacara de la cabeza el hilo de la melodía durante noches enteras. Pero esa no sería una respuesta seria para una pregunta tan seria de un especialista. -Me gusta Gardel -dijo. El doctor Urbino lo entendió. “Ya veo -dijo-. Está de moda” (pág. 261).
Esta referencia le valdrá al escritor algunos reproches por parte de seguidores de Gardel –entre ellos, Lodroño López-, quienes le reprocharon el hecho de poner al cantor en Colombia en una novela ambientada en 1914. “Para mí esas cosas de historiadores no me interesan verdaderamente –se defendía García Márquez-. Gardel es un ídolo enorme en Colombia, muy querido y venerado (…) y su fama empezó muy temprano. Quizás diez años después, pero eso no importa; no hay nada de malo en forzar un poco la historia y poner allí a Gardel”.
En su libro de memorias, Vivir para contarla (Buenos Aires, Sudamericana, 2002), García Márquez vuelve a incluir la figura de Gardel. En este caso, y haciendo referencia a su infancia, lo describe así: “Hasta donde recuerdo, mi vocación por la música se reveló en esos años por la fascinación que me causaban los acordeones con sus canciones de caminantes. Algunas las sabía de memoria, como las que cantaban a escondidas las mujeres de la cocina porque mi abuela las consideraba canciones de la guacherna. Sin embargo, mi urgencia de cantar para sentirme vivo me la infundieron los tangos de Carlos Gardel, que contagiaron a medio mundo. Me hacía vestir como él, con sombrero de fieltro y bufanda de seda, y no necesitaba demasiadas súplicas para que soltara un tango a todo pecho. Hasta la mala mañana en que la tía Mama me despertó con la noticia de que Gardel había muerto en el choque de dos aviones en Medellín. Meses antes yo había cantado Cuesta abajo en una velada de beneficencia, acompañado por las hermanas Echeverri, bogotanas puras, que eran maestras de maestros y alma de cuanta velada de beneficencia y conmemoración patriótica se celebraba en Cataca. Y canté con tanto carácter que mi madre no se atrevió a contrariarme cuando le dije que quería aprender el piano en vez del acordeón repudiado por la abuela” (pp. 116-117).
Más adelante, puede leerse: “Otra conquista de aquella época fue el permiso de mi padre para ir solo a la matiné de los domingos en el teatro Colombia. Por primera vez se pasaban seriales con un episodio cada domingo, y se creaba una tensión que no permitía tener un instante de sosiego durante la semana. La invasión de Mongo fue la primera epopeya interplanetaria que sólo pude reemplazar en mi corazón muchos años después con la Odisea del espacio, de Stanley Kubrick. Sin embargo, el cine argentino, con las películas de Carlos Gardel y Libertad Lamarque, terminó por derrotar a todos” (pág. 159).
Y luego: “Hasta entonces, lo único que el mundo entero sabía de Medellín era que allí había muerto Carlos Gardel, carbonizado en una catástrofe aérea. Yo sabía que era una tierra de grandes escritores y poetas” (pág. 527).
Londoño López encuentra una última referencia en Memoria de mis putas tristes, uno de los últimos trabajos del colombiano, publicado en 2004: "Cantábamos...boleros de Agustín Lara, tangos de Carlos Gardel, y comprobábamos una vez más que quienes no cantan no pueden imaginar siquiera lo que es la felicidad de cantar” (pág. 62).
Llegamos al final de nuestro pequeño trabajo de recopilación. Esperemos que lo hayan disfrutado. Y aprovechamos la ocasión para enviar un feliz cumpleaños a García Márquez, una de las voces más queridas de nuestra literatura.
*Este artículo puede usarse libremente. Únicamente le pedimos que cite la fuente. Gracias!
Fuentes:
Chandler, S. El amor en tiempos de cólera, Crítica al film, 2008. Disponible en web: http://www.cinesargentinos.com.ar/pelicula/2150-el-amor-en-tiempos-del-colera/
Londoño López, L. El tango y Gardel en la obra de Gabriel García Márquez, Medellín, 11 de abril de 2008. Disponible en web: http://www.otrolunes.com/hemeroteca-ol/numero-09/html/este-lunes/este-lunes-n09-a03-p01-2009.html
Unamuno, M. Comunicación Académica N° 1573, Buenos Aires, 13 de noviembre de 2002. Disponible en web: http://geocities.ws/lunfa2000/1573.html
viernes, 4 de marzo de 2011
EL DÍA QUE ME QUIERAS: ORIGINAL, versiones, homenajes, imitaciones
EL DÍA QUE MEQUIERAS: MARTÍN RUSSO HOMENAJEA A GARDEL
LUIS MIGUEL CANTA "EL DÍA QUE ME QUIERAS" ANDRÉS CALAMARO CANTA "EL DÍA QUE ME QUIERAS" CARLOS GARDEL: VERSIÓN ORIGINAL
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